El Sistema Estratégico de Transporte, cuyo gestor es el Siva, tiene un plan financiero de $350 mil millones. ¿Hasta dónde se podrá estirar? Es la pregunta que flota después de la exposición que su gerente Katriza Morelli hiciera el viernes.
El sistema en el componente vial ha avanzado y se han iniciado las obras del Centro Histórico, que incluye, también, la recuperación de la carrera novena.
Se espera la intervención de la Simón Bolívar desde la glorieta de Las Flores (María Mulata) hasta la del Acordeón. Morelli justificó con acierto la decisión de hacer unas nuevas glorietas más amplias en La Ceiba y en María Mulata, frente a la alternativa de que se venía hablando de construir deprimidos o puentes. Esta última solución requería del orden de $60 mil millones, cuando había que liberar recursos para otras obras del sistema y asegurar ‘un colchón’ del que comentaremos adelante. Las glorietas que agilizan el tráfico en un horizonte de 10 años no impiden los puentes en el futuro.
Como lo explicamos antier, hay lógica preocupación porque no se ven rodar buses. Del problema adolecen las otras intermedias que acceden a esos programas diseñados por el Gobierno para capitales de menos de 600 mil habitantes.
En el caso vallenato se encuentra que la cultura de uso y la disponibilidad de buses se ha ido extinguiendo al punto de que solo alcanzan los 25.000 pasajeros diarios y el transporte informal de motos mueve más de 120 mil. En Santa Marta la ecuación es la opuesta.
Se infiere que las pocas empresas de transporte son débiles y no están en fácil capacidad de ser seleccionadas para comprar y operar con buses modernos y suficientes para cubrir la malla urbana con sus 11 terminales.
En un escenario de 30.000 pasajeros días una flota de 198 buses tendría costos de $4.000 el pasaje, la ‘tarifa técnica’. Pero se proyecta un precio para el usuario de $2.000. ¿Cómo se cubrirá el déficit? Ningún privado lo asumiría, que además
esperaria recuperar su inversión en buses y equipos y obtener una utilidad.
Se explicó que, en consecuencia, tendría que subsidiarlo el municipio lo que representa unos $15.000 millones anuales, carga que no puede asumir una frágil hacienda municipal que ejecuta actualmente la Ley 550 de reestructuración y le quedan de ella apenas $20 mil millones de libre disposición cada año para cubrir las necesidades de la población.
Como si fuere poco, por razones sociales y de cambio climático, los buses deben ser climatizados, a gas (no a diesel), permitir acceso a poblacion discapacitada, no muy largos (12-15 metros) y livianos (19 pasajeros), lo cual los encarece al punto de que cada bus costará aproximadamente $250 millones. Representan una inversión inicial (capex) de $50 mil millones, pero se pueden ir adquiriendo paso a paso, al tiempo que se instalan paraderos y se hayan construido los dos patios talleres previstos en los extremos norte y sur de la ciudad.
La ley del plan para aligerar la operacion permitió al Siva, de manera práctica, que pueda comprar buses, lo cual permitiría bajar la tarifa técnica, usando “el colchón” y bajando el déficit operacional. Se podrá licitar la operación con un particular pero ya no cobrará la tarifa como si colocara todos los buses. Y deberá prestarse un gran servicio en todos los barrios para superar el punto de equilibrio de 60 mil pasajeros día, mientras la Alcaldía aplique severos controles sobre la informalidad.
Por lo pronto la gerencia debe informar a la ciudadanía el grueso de ese colchón para poder dormir tranquilos.