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Creyendo con Esperanza

Por: Valerio Mejía Araújo

“Él creyó en esperanza contra esperanza…”  Romanos 4:18

La fe de Abraham  -pese a todo-   parece que estuvo en armonía perfecta con el poder y la fidelidad constantes del Señor.

En las circunstancias exteriores en que estuvo colocado no podía tener la menor idea de que se cumpliría la promesa. No obstante, él creyó en la Palabra de Dios y esperó en el tiempo venidero en que su simiente sería tan numerosa como las estrellas del cielo y como la arena del mar.
Oh, queridos amigos: Nosotros no tenemos solamente una promesa como tuvo Abraham, sino miles de promesas y el ejemplo y modelaje de muchos creyentes fieles delante de nosotros.
Para nuestro pleno desarrollo, nuestra realización personal y el alcance de nuestras metas, considero de capital importancia y muy necesario que confiemos enteramente en la Palabra de Dios. Y aunque él retrase su ayuda y parezca que el mal aumenta más y más, no nos debilitemos ni desmayemos; sino al contrario, concentrémonos confiadamente en las promesas. Aumentemos nuestras fuerzas y regocijémonos porque las promesas maravillosas de Dios siempre se cumplen.
Y cuando no haya menor señal de algo, cuando nos sintamos perdidos y sin consuelo ni esperanza, es cuando  por medio de la fe, Dios se presenta resueltamente y nos salva.
San Pablo decía: “Así que vivamos confiados siempre…. Porque por fe andamos, no por vista”. Aquí está la estrategia correcta para llegar directo al corazón de Dios: No confiar tanto en lo que vemos o sentimos, como siempre estamos más inclinados a hacer, sino que confiemos plenamente en la Palabra de Dios, cualesquiera que sean las circunstancias en que nos encontremos.
Creo que el tiempo apropiado para que obre la fe es cuando cesa de hacerlo la vista. Cuanto mayor sean las dificultades, cuando humanamente nos declaramos imposibilitados o impedidos, es cuando debe entrar en juego la fe. En tanto que permanecen ciertas perspectivas naturales y ciertas posibilidades reales, la fe no se hace necesaria; pero cuando todo está perdido y no hay humanamente esperanza, y todas las perspectivas fracasan, entonces es cuando debemos depender de la fe.
Por otro lado, no es solamente  que nosotros confiemos en Dios; sino que Dios también quiere personas en quienes pueda confiar. Él pudo hacer de Abraham, padre de muchas naciones, conforme a lo que le había prometido, porque encontró en Abraham la decisión de mantener su fe en las promesas, pese a la lucha entre la interior y lo exterior, entre lo que creía y lo que veía, entre lo real y posible.
Aquí debo decirte: ¡En Dios se puede confiar y él desea que seamos tan decididos, tan fieles y tan constantes, como él mismo lo es!
Dios busca personas en quienes él pueda colocar el peso de su amor, su poder y sus fieles promesas. Las locomotoras de Dios son lo suficientemente poderosas para tirar de cualquier peso que podamos colgarle. Los molinos de Dios, muelen lento pero muelen muy fino. Los brazos de la cruz son aún lo suficientemente fuertes para soportar el peso de nuestras indecisiones y fracasos.
Desgraciadamente, el punto de quiebre está en lo relacional: El cable que amarramos a la locomotora con frecuencia es demasiado débil para sostener en peso de nuestra carga. Los molinos no tienen la suficiente fuerza porque el engranaje de sus ruedas no calza. Los fuertes brazos de la cruz los hemos convertidos en débiles y quebradizas ramitas.
La reflexión que puedo extraer para hoy, es que Dios quiere enseñarnos y disciplinarnos para que estemos firmes, confiados y ciertos en la vida de la fe. Que nuestra fe no se debilite frente a las circunstancias. Que tampoco dudemos de cara a la adversidad. Que nos fortalezcamos en fe ante el futuro. Que estemos plenamente convencidos que Dios es poderoso y suficiente para hacer todo lo que nos ha prometido.
En ocasiones, cuando la crisis nos rodea y la oscura noche nos envuelve, cuando la vida nos coloca en una posición en que no encontramos ninguna otra salida, es cuando debemos inclinarnos suplicantes para recibir de Dios y para darle la oportunidad de obrar en nuestras vidas; tal vez como él siempre lo ha querido y solicitado, y como nosotros nunca se lo hemos permitido.
Y créeme, caro amigo, que por esas salidas muchas veces estrechas y peligrosas que Dios nos brinda, no solamente que aumentamos nuestra fe, sino también el conocimiento de Dios y el poder de una vida nueva y victoriosa.
Ninguna otra cosa como nuestras pruebas y peligros podían habernos conducido a algunos de nosotros a obtener el conocimiento que hoy tenemos de él. A confiar en Dios como lo hacemos y a depender y sacar de él la gracia suficiente que nos es  indispensable para vencer nuestras mayores dificultades.
Me resta decirte que las dificultades y los obstáculos son las maneras como Dios desafía nuestra fe. Cuando los obstáculos se nos atraviesan en la senda del deber, debemos considerarlos como vasijas para la fe que deben ser llenadas con la plenitud y suficiencia de Jesús, creyendo en esperanza contra esperanza, para que luego produzcan sus frutos de justicia perdurable para nuestras generaciones.
Pidamos juntos que nuestra fe sea siempre creciente y suficiente: “Querido Señor, gracias por todas tus promesas para mí.  Hazme un creyente guerrero y luchador para obtener el cumplimiento de todas ellas. Alimenta cada día mi fe por el estudio de tu Palabra. Amén.”
Recuerda: No te desanimes por las circunstancias, cree en esperanza contra esperanza, porque por fe andamos, no por vista.

Te mando un abrazo y muchas bendiciones en Cristo…
valeriomejia@etb.net.co

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