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Conveniencia y utilidad de las marchas sociales

Y ADEMÁS…

Por: ALBERTO HERAZO PALMERA

Siempre he considerado que las marchas sociales son importantes siempre y cuando su finalidad sea lograr un gran impacto ante la opinión pública y al mismo tiempo se pueda conseguir su objetivo.
Aquí en Valledupar se ha marchado últimamente para lograr la construcción Pro-sede de la Universidad Nacional, contra el abuso sexual a niños y niñas adolescentes y el pasado domingo hubo una caminata del Día Mundial del Corazón.
Mucho se ha dicho y analizado sobre la conveniencia y utilidad de las marchas sociales. Hay quienes opinan que muchas de estas marchas aglutinan la repugnancia que genera la violencia indiscriminada. Para un observador con independencia, las marchas ciudadanas enmarcan innumerables sentimientos contra la anormalidad cotidiana, que ha sentado orondamente sus reales en nuestro país. Se marcha también para que, en síntesis, se acabe el injusto y macabro alter-ego de los grupos que consideran tener el dominio por el terror y, de contera, constituirse en jueces y verdugos de la gran masa inerme de ciudadanos que estoicamente lo hemos venido soportando.
Se marcha para que el inmenso aparato institucional entienda la necesidad inmediata de autopurificarse. Se marcha para que el grupo de jóvenes que terminan su preparación académica tenga una oportunidad de demostrar sus capacidades y realizar sus sueños. Se marcha en contra de la usura, en contra de los abogados deshonestos que abundan en Valledupar, para que el profesor enseñe. Se marcha para que el Ejército y la Policía vigilen, defiendan y nos den seguridad. Se marcha para que el arquitecto e ingeniero construya con honradez y técnica, para que algunos funcionarios no soliciten el 10 ni el 20%, en contra de la inseguridad y – finalmente-, que el comerciante no altere sus precios.
En fin, sería innumerable el listado del clamor ciudadano que se expresan en las marchas, pero que puede resumirse en las frases de dos pensadores: Fernando Savater, al afirmar que el predominio de la fuerza debe estar en manos del Estado para reprimir, represar o evitar las anomalías sociales; y el maestro Darío Echandía, al término de la noche aciagas de la violencia, para que en Colombia se pueda volver a pescar de noche.
Y además…
Como es mi costumbre trataré estos temas, por ejemplo: ¿cuentan con permiso?, quiero que las autoridades municipales que correspondan investiguen ¿cuántos negocios que están en los andenes de la carrera 7ª sin dejar espacio para los peatones tienen permiso?, porque como van las cosas todos los almacenes de la carrera 7ª seguirán los pasos de su competencia.
He observado que algunas ciclo-rutas no están en buen estado. Sería bueno que la policía dé a conocer la ubicación de los cuadrantes que hay en la ciudad y que dichos cuadrantes rindan cuenta de su trabajo a la comunidad.
Si usted está interesado que haya seguridad en la ciudad les sugiero a la policía una alianza con la comunidad y la seguridad privada. ¿Quién arreglará este desorden de las motos? A ver si la Secretaría de Tránsito termina por educar a estos maleducados y comiencen a imponer sanciones severas a esa indisciplina y desorden. Señores del Tránsito, los parqueos en la Plaza Alfonso López Carrera 6ª entre Calles 15 y 16 deben ser de tiempo reducido que facilite una actividad temporal, pero que no sea para ir a la alcaldía o a un banco y dejar el carro todo el día en la vía pública. La Alcaldía debe adelantar un programa integral de atención al habitante adulto, es decir, en condición de indigente. Sería bueno construir un centro de atención para ellos. Y  sería bueno adelantar una campaña para la limpieza y mantenimiento de algunos canales de la ciudad y – en especial-, recuperar el canal que va paralelo a la vía al Aeropuerto y se le construya su bordillo y finalmente, sería bueno que la policía siga comprometida con la reducción del delito y la creación de espacios de orden en la ciudad.
Postdata
Los que se destacan y rajan en la ciudad: se destacan: la arquitecta restauradora, vallenata, Yasmeydis Alicia Constante Figueroa y su esposo Juan Manuel Gómez. Se rajan: los funcionarios de CORPOCESAR que después de dar un permiso, lo revocan sin justificación. En rojo: los bares ilegales y droguerías sin control, casi que entra el Tránsito en este grupo.

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