Duro comienzo el que ha tenido el presidente Duque, con tantos problemas heredados del sector agropecuario más los nuevos que se han presentado en estos primeros 90 días de su mandato.
Los cinco sectores productivos más grandes del país (ganadero, caficultor, arrocero, caña de azúcar y panelera, maíz y palma de aceite) presentan serios problemas de productividad y rentabilidad por ausencia de políticas públicas que ayuden a contrarrestar la volatilidad de los precios de mercado, el riesgo climático, los problemas fitosanitarios y sanitarios, el aumento del contrabando, el alto costo país y las importaciones subsidiadas. Ya comienza a sentirse la preocupación y la impaciencia de los empresarios del campo por la parálisis institucional y la ausencia de medidas de fondo que ayuden a contrarrestar esta crisis que enfrenta el sector agropecuario.
Aquí no podemos seguir mirando por el espejo retrovisor. Como lo dije en una de mis anteriores columnas, los problemas que dejó el expresidente Santos, son del presidente Duque, a partir del 7 de agosto de 2018. Ahora nos toca ser creativos, visionarios y ejecutores. Hay que cambiar la gerencia del twitter por la gerencia en el campo y pasar del “vamos hacer” al “hicimos”. La improvisación y la repetición de los errores del pasado sólo nos conducen al fracaso.
De nada sirve seguir diciéndoles a los ganaderos y agricultores de cada región que sus dificultades van a ser resueltas por el Gobierno a través de la concesión de incentivos de precios, ayudas económicas y créditos baratos del Banco Agrario. Por más deseadas y atractivas que sean estas ofertas no serán llevadas a la práctica, entre otras razones, porque el paupérrimo presupuesto aprobado para el sector agropecuario para el 2019, ($ 1.08 billones), no alcanza para tanto menudeo. Esas soluciones utópicas solo ayudan a perpetuar los problemas de ineficiencia en el campo y aumentar la cultura de dependencia del Estado.
El agobiado sector rural del país está exigiendo soluciones de verdad, soluciones que puedan efectivamente ser llevadas a la práctica y que sean perdurables en el tiempo. Vamos a cumplir tres meses de gobierno y aún seguimos con la mayoría de las entidades del sector agropecuario en interinidad y sin una sola propuesta de que dé señales de confianza y apetito de inversión en el sector.
Desde la campaña presidencial y luego desde el proceso de empalme, he venido presentado al círculo cercano del presidente Duque, varias iniciativas para enfrentar esta crisis del agro, pero nadie escucha ni actúa.
El programa de emprendimiento rural con el Sena para los 691 municipios rurales, la amnistía de costos para legalizar 2 millones de predios rurales de pequeños campesinos, la línea de crédito de compensación ambiental ganadera para sembrar 1.5 millones de hectáreas de árboles en un año, la implementación del sistema de embalses y canales de riego municipales, la reestructuración del seguro agrario y el plan de normalización de pasivos con subvención del costo de las provisiones de los créditos que están en riesgo de siniestrarse por factores climáticos o de precios de mercado, fueron engavetados. Cuando quieran reaccionar va a ser demasiado tarde.
*Consultor en banca de fomento agrícola
Por Indalecio Dangond