Según el Censo del 2018 del Dane, en el Cesar conviven alrededor de 1.098.577 habitantes divididos en 25 municipios. De esos, para el 2018 el 42,9 % vivía en la pobreza según la misma entidad. Una cifra preocupante que perturba en todos los análisis económicos, principalmente, porque no es proporcional “con los billones de recursos que han llegado al departamento”.
En otras palabras, ese 42, 9 % significa casi medio millón de personas viviendo en la pobreza: uno de cada dos cesarenses. Y en vez de reducirse como la tendencia nacional que llegó al 27 %, en el Cesar escaló del 40 % del 2017 al 42,9 % del 2018.
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Pero, ¿cómo un departamento protagonista en la producción y exportación de recursos primarios en el país tiene números tan negativos en materia social? Según Alberto Gutiérrez, profesional de la Cámara de Comercio de Valledupar, en el Cesar no se hizo la tarea a pesar de las ventajas normativas que entregó el Gobierno nacional.
“Tenemos unas leyes que nos ayudarían pero no las hemos usado. Ejemplo la Ley 191 de 1995 o Ley de Fronteras, es la que permite el subsidio a la gasolina. Pero esa ley no era solamente para eso. Era para darle prioridad a las inversiones nacionales en todas las zonas de frontera. A nivel nacional nos entregaron la normativa, pero en el departamento no hicimos la tarea: no desarrollamos la infraestructura, no desarrollamos los proyectos, no hicimos la tarea ni como Gobernación ni como Alcaldías. Lo mismo, fuimos declarado como Zona Especial Económica de Exportaciones. Está viva la norma y no hemos hecho nada”, señaló Alberto Gutiérrez, profesional de la Cámara de Comercio de Valledupar, durante FOROS EL PILÓN ‘Así va la economía del Cesar’.
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PANORAMA RETADOR
A las desalentadoras cifras sociales del departamento, se suma la incertidumbre en el panorama de sus productos insignias. Lo anterior en referencia al carbón y a la industria de la palma africana. Por el lado de la palma, “está siendo cuestionada por las amenazas que representa para otras especies de cultivo”.
Por otro lado, el carbón, también calificado como el oro negro, aporta el 88 % de las regalías para el departamento. En ese sentido, desde el Sistema General de Participación, SGP, en el 2019 el Cesar recibe alrededor de $1.07 billones.
Sin embargo, como detalló el Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales, Cesore, el carbón tiene un futuro cuestionado.
“El carbón tiene amenazas como los acuerdos ambientales donde se limita su consumo y tiene sustitutos más sostenibles como el gas. El consumo se mantiene en Asia, donde exportar el carbón colombiano es más costoso. Hace diez años la mitad de la energía se generaba a partir del carbón, actualmente es solo el 26 %, lo que ha llevado a una caída de precios de 100 dólares promedio a casi 50. Aunque se prevén altibajos es factible que su participación en la canasta energética tienda a disminuir”, concluye el centro de estudios.
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Por medir su impacto en la economía del departamento, el 43 % del Producto Interno Bruto, PIB, del Cesar corresponde al carbón, es decir, explica Cesore, de cada 100 pesos que produce el departamento $43 están directamente relacionados con el carbón.
Es el mismo oro negro el que permite que de cada 100 pesos que se producen Colombia, $2,1 los produce el Cesar con el carbón, la agricultura, los servicios. Sin el carbón esa participación en el PIB sería de un $1,20.
El punto negativo de esta gran bonanza, agregan, paradójicamente, son las regalías. “El gran lunar son las regalías que en el Cesar no han marcado la diferencia. En términos de calidad educativa, atención en salud, calidad del agua y servicios básicos, es prácticamente lo mismo vivir en un municipio minero que uno no minero. Las regalías en el Cesar no han sido la entrada al siglo XXI, a la modernidad”, agrega Cesore.
SIN COMPETITIVIDAD
Paralelo a esas cifras sociales, están los índices empresariales donde el Cesar también se raja. En el último Índice Departamental de Competitividad, IDC, del Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, el Cesar pasó de una calificación general de 4,75 a 4,68 puntos, ubicado en los departamentos menos competitivos del país. En el ranking que mide la fortaleza de las instituciones, el departamento se ubica 15 con una calificación de 5,36 puntos.
En infraestructura, el Cesar obtuvo un puntaje de 5,59. Dentro de los factores peor calificados estuvo infraestructura vial por el mal estado de las vías primarias.
En los registros de Fenalco solo hay tres grandes empresas, por otro lado 14.877 microempresas, 201 pequeñas, 38 medianas. Según Octavio Pico, director de Fenalco, es claro “que hay grandes oportunidades para hacer empresa”.
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Sin embargo, la falta de competitividad, aseguran los expertos, la que impide hacer atractivo el territorio para atraer inversiones. “Este año Colombia ocupa el puesto 57 a nivel de competitividad. ¿Qué significa? Que una empresa del mundo que esté buscando dónde ubicarse en el mundo, tiene 56 opciones mejores que Colombia. Si alguien decide llegar a Colombia buscaría en los departamentos y el departamento del Cesar está en el puesto 20: tiene 19 mejores opciones antes de llegar a nuestro departamento. La competitividad departamental nuestra está liquidada”, agregó Alberto Gutiérrez, de la Cámara de Comercio de Valledupar.
¿CÓMO MEJORAR LAS CIFRAS?
Durante el evento realizado por FOROS EL PILÓN ‘Así va la economía del Cesar’, diversos gremios y organizaciones lanzaron ideas sobre acciones que permitirían una transformación de la economía local.
Empezando por el Comité Intergremial del Cesar que retomó su organización con el objetivo de servir de interlocutor de los grupos económicos del departamento y aportar “el conocimiento técnico en la creación de políticas públicas”.
Por otro lado, Cesore propone una transformación dividida en dos pasos. Lo pimero, una economía compartida con el carbón; y segundo una economía postcarbón que se diversificaría en cuatro grandes líneas que empezaría por un sector agropecuario moderno con bienes de consumo internacional y con valor agregado: cafés especiales, cacaos, cannabis medicinal, entre otros.
La segunda línea está relacionada con los servicios en la capital: la salud y la educación superior. Valledupar, por su posición, es un punto central para atender a una población que “no puede ir a estudiar o atender problemas de salud en otras ciudades”.
“Valledupar recoge a personas que necesitan a personas del Cesar, sur de La Guajira, Magdalena, generándose una alta demanda de profesionales de la salud. El otro clúster es la educación superior con la llegada masiva de centros de educación superior. Hay entonces fuentes de empleos formales con profesores, personal administrativo, que recoge personas de regiones similares”, concluye.
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A nivel departamental, agregan los expertos, las oportunidades van desde el turismo hasta las nuevas energías.
Cambio de chip también necesario en el aprovechamiento de los recursos naturales.
“Poner granjas solares en el departamento no es motivo de orgullo porque no genera empleos. Ese panel llega, se instala y su energía se va a la red nacional. Después solo genera el empleo del señor que debe estar limpiando y cuidando para que no se lo roben. Pero la población que está alrededor no recibe un kilovatio de esa energía. Debemos cambiar el chip: los alcaldes del departamento deben montar granjas solares alrededor de sus poblados y así se administran los recursos de agua, ¿por qué no pueden tener su propia generación de energía?”, señaló el profesional Alberto Gutiérrez.
POR: DEIVIS FABIÁN CARO DAZA / EL PILÓN