Por: Aquilino Cotes Zuleta
@tiochiro
La inseguridad ha hecho cambiar las costumbres y las tertulias en las puertas de nuestras casas, en Valledupar.
Inclusive, la recomendación de la Policía es que no nos sentemos en la puerta de la calle para evitar los asaltos a mano armada y hasta nos sugieren que nos mudemos para conjuntos cerrados y tengamos fortines cerrados en nuestras viviendas.
Hoy nos dicen que para evitar los atracos cerremos nuestras puertas temprano en las noches y mañana nos dirán que no salgamos a la calle de día, que compremos por Internet, que no usemos prendas ni ropa ni nada, para evitar atracos.
¿Qué tal? Aquí lo que hace falta es más compromiso institucional, que los policías sean más comprometidos con su trabajo, que ofrezcan a la ciudadanía seguridad de día, de noche y de madrugada.
Es que la inseguridad en la ciudad es una realidad. Un caso de los cientos que suceden a diario ocurrió en la noche del domingo 30 de diciembre: 20 delincuentes en 10 motocicletas, (entre ellos una mujer) fuertemente armados, transitaban por la ciudad buscando a sus víctimas y lograron asaltar a sangre y fuego a los habitantes de dos viviendas: una en el barrio Obrero y otra en el barrio Casimiro Maestre.
Esta caravana del crimen es comandada por un joven de 1.75 de estatura, de aproximadamente 25 años, de tez morena.
Varios testigos en el barrio Obrero vieron a los 10 motociclistas con los parrilleros: “Eran como las 9 de la noche. Yo estaba viendo televisión y sentí el ruido de motocicletas, me asomé por la ventana y vi a los motorizados pero pensé que eran del barrio y seguí viendo televisión”, contó Edison un joven residente en la carrera 13 con calle 14, a pocos metros del Palacio de Justicia y de la Gobernación del Cesar.
Varios muchachos que estaban sentados cerca de Malaria, barrio Obrero, (calle 13C con carrera 14, esquina) también vieron a los motorizados y se metieron a sus casas. “Era una patota.Frenaron en la esquina y ahí estuvieron como un minuto y un tío llamó a la Policía, pero no hubo reacción”, contó otro de los muchachos.
Segundos después los motorizados irrumpieron a una vivienda diagonal al Palacio de Justicia y se abalanzaron contra las cinco personas que estaban conversando en la puerta de la calle.
“Llegaron apuntándonos con armas de fuego. Traté de esconderme en la casa pero uno de ellos me puso un arma en la cabeza. A mi esposo lo requisaron y le quitaron el dinero, al igual que a los tres vecinos que estaban con nosotros”, contó la dueña de la residencia.
Los delincuentes se llevaron consigo 5 celulares, prendas de oro, aproximadamente 3 millones 500 mil pesos en efectivo, la careta de un pasacinta y las llaves de los dos carros que estaban allí parqueados.
Mientras cometían el atraco permanecieron con las motocicletas encendidas y luego huyeron. Cruzaron por el Palacio de Justicia y siguieron por la calle 14 hasta la sede del Sena, por donde se perdieron.
Una de las víctimas fue al CAI de la Gobernación del Cesar, a 500 metros del lugar del asalto, y dio aviso de los hechos, pero tampoco hubo reacción.
Uno de los policías que presta sus servicios en el Palacio de Justicia dijo que en el momento en que cambiaba turno vio a los motociclistas, pero se abstuvo de reaccionar porque no vio a nadie pidiendo auxilio.
Veinte minutos después llegó al sitio del asalto una patrulla (camioneta) con dos agentes y un Sargento quienes hicieron la inspección de los hechos sin bajarse del carro.
“Eran tres uniformados, entre ellos una mujer, hicieron varias preguntas pero no se le notó mucha preocupación por el insuceso”, dijo uno de los afectados.
Todo resulta extraño y se amerita una severa investigación por parte del Comando de la Policía para determinar por qué faltó la reacción de la Policía para oír y ver un comando armado de delincuentes por las calles de la ciudad.
Las víctimas del atraco también mostraron su preocupación por los hechos, tras indicar que “estamos aterrorizados, porque así comenzaron los paracos”. Hasta la próxima semana.