Por: José M. Aponte Martínez
Echarse encima 2.838.240.000 segundos es un premio grande que Dios le da a aquellas personas que en la vida han sido buenos hijos, magníficos hermanos, ejemplar esposo, bondadoso papá, amoroso abuelo, tierno bisabuelo, oportuno familiar y excepcional amigo; ese baloto se lo ganó el pasado 17 de marzo el patriarca juntero residente en Barranquilla, Armando Cuello Gutiérrez y sus hijos Armando Eugenio, Eduardo, Javier, Oscar, Margarita y Toty, quienes con bombos y platillos se lo festejaron en la elegante pero lejana Sede Campestre del Country Club, rodeándolo de sus familiares más allegados, encabezado por su hermano el médico Esteban Cuello Gutiérrez y su señora Sonia Campo, a quien también aspiramos a acompañar en sus 90, de su sobrino mayor Edgardo Cuello, del querido Edgar y los demás sobrinos que no le fallaron, pues el que siembra recoge, los Morón Cuello, con Gladys al frente que le pisa los talones a Edgar, los Cuello Dávila orientados por Alfredo, los Cuello Lazcano, dirigidos por el esbelto Guille, los Cuello Monsalvo representados por Julieta, Cuello Gutiérrez liderados por Lucy, Oscar Cuello Campo, Margarita Manjarrez que dio lora hasta más no poder y los Sierra Gutiérrez presentes con Inesita, todos acompañados de sus esposos y esposas y por esa razón estaba yo ahí gozando, cantando, bebiendo, comiendo y bailando.
También fueron invitados a manteles sus amigos más cercanos y quizás el más joven era Regulo García acompañado de Mati, quien si no saben quien es, les aclaro que se trata del Pinde, que hizo el esfuerzo de buscar una platica prestada y en Costa Line llegó y le dijo presente a Armando como lo hicieron una cantidad de jóvenes de cabeza blanca y caminar lento que bailaron y bebieron, especialmente al son de Hugo Carlos Granados e Ivo Díaz, quien con lo mejor de su repertorio nos deleitaron de 10 a 10.
¿Saben quién no podía fallar? María Elisa, su esposa la inolvidable y tierna Mary, quien reencarnada en sus hijos estuvo presente y dándose cuenta de todo, ordenando y complaciendo cuando Armando Eugenio con su talante barranquillero y salsero llegaba y preguntaba, cómo se sienten, no sean pendejos a bailar, que ya se acabó la salsa; a renglón seguida Margarita revisaba las mesas e inquiría preguntando qué nos faltaba o Toti decía, qué desean, qué quieren, mi papá quiere verlos felices a todos, Eduardo solícito estaba pendiente de cuanto detalle había y Javier y Oscar hacían lo mismo. Cada uno era un pedazo de María Elisa, su mamá, quien con seguridad en compañía de Dios, la Virgen, San José y todo su séquito se gozaron esta buena, familiar y calurosa fiesta.
Armando, ojalá tengamos la dicha de llegar siquiera a los 80, pero como tu con la cabeza erguida, en su puesto, lleno de vida y bien de salud, con tus órganos vitales completos, dando ejemplo de civismo, y cultura, bailando, cantando y gozando.
Gracias a los Cuello Lacouture como a sus esposos y esposas, Jose Jorge, Jorge Eliécer, Olga Lucía, Villy y Liliana por esta inolvidable fiesta, no por sus deliciosas viandas, fino trago, agradable música y atención espléndida, sino por el calor humano y el ambiente familiar que allí reinó hábilmente dirigida por nuestra querida Claudia Cuello Lazcano.
La fiesta se acabó con una “cuellada” del cumplimentado, quien a las 10 de la noche como estaba programado, sentenció en forma irreductible: ya está bueno, esto se acabó, llévenme a la casa que estoy cansado y cogió un suéter que tiene de moda, se lo encasquetó y salió, seguido por mí y por Mercy. 48