A sus 88 años, Olga del Socorro Paba Acosta, la mujer que trajo al mundo a Andrés Emilio Beleño Paba estaba sufriendo, y Dios decidió llamarla a su santo reino. El dolor arropó a toda la familia, pero al hijo, al compositor y verseador no se le ha dicho nada. Él, no pudo llorarla, y menos acompañarla hasta su última morada.
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La vida para “El hijo querido de Chiriguaná”, como le gusta que le digan, transcurre entre silencios prolongados, voces que le hablan, y él, solamente sonríe porque casi no puede hilvanar palabras. Atrás quedaron sus jocosidades, sus versos limpios y sus canciones costumbristas.
Una isquemia cerebral lo afectó hace tres años cuando se mantenía verseando a cada rato y con varias canciones sonando y otras haciendo cola en su cabeza. Nunca estaba quieto, pero esa forma de vida cambió del cielo a la tierra.
Viéndolo en esas condiciones, su mamá lo visitaba frecuentemente, y entre abrazos y palabras lindas lo pechichaba, le daba fortaleza y se lo encomendaba al Dios Todopoderoso.
Él, ya no la levantaba a versos cada vez que la veía, para que ella, a su manera y con su gracia natural también le respondiera, provocando risas entre los presentes.
PREGUNTA POR SU VIEJA
El primer Rey de la Piqueria en el Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1979, al notar que su mamá no ha ido a visitarlo pregunta por ella, poniéndose las manos en el corazón y abriendo bien los ojos, como buscándola en el espacio. Le dicen que ella está bien y el artista se calma.
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Cuando Andrés hablaba de ella decía que fue una ama de casa entregada a los quehaceres, luchadora de una vida difícil al lado de su padre, Francisco Nicanor Beleño Rojas, entre los playones de esa región ubicada en el centro del Cesar.
Solía expresar que era el hijo mayor de una prole de 20 en total, y además el consentido, porque estaba de primero en la larga fila. También contaba que estudió hasta tercero de bachillerato porque no era bueno para el estudio, debido a que tenía entre pecho y espalda el trabajo, tal como lo aprendió desde pequeño.
De esa manera, Andrés Emilio se la pasaba arriando agua, buscando leña y metiendo las vacas y los terneros al corral. Con eso contribuía con la numerosa familia que le correspondió, y que siempre vivió unida.
En esos detalles de la vida, a Beleño lo sorprendieron el 12 de diciembre de 2017 en la institución educativa ‘Milciades Cantillo Costa’ de Valledupar, donde le otorgaron el título de Bachiller Académico Honoris Causa, algo que lo hizo sentir feliz porque volvió a recordar aquellos tiempos donde el trabajo le ganó la partida al estudio.
Ese día aseveró que era como ganarse la lotería, y que iba a pagar con versos, una especie de cheque en blanco con su firma musical.
Esa historia, de igual manera se remonta a miles de versos y una apreciable cantidad de canciones grabadas por importantes artistas. Incluso, los Reyes Vallenatos Navín José López Araújo, Juan David ‘El Pollito’ Herrera Pimentel, Cristian Camilo Peña Redondo y los hermanos Ciro y Álvaro Meza Reales, se coronaron interpretando sus puyas.
En ese baúl folclórico están las canciones ‘Los parecidos’, ‘Lo vi corriendo’, ‘Me peino con la lengua’, ‘Vaya pa’ trás’, ‘Soy maestro’, ‘Pico y espuela’, ‘El contendor’ y ‘El combate’, entre muchas otras.
RECUERDOS IMBORRABLES
Por todos los rincones de su casa, ubicada en la diagonal 19ª, número 20-63, en el barrio Los Caciques de Valledupar, hay recuerdos de sus hazañas folclóricas logradas a punta de versos y originalidad en todo el país. Las mismas que lo pusieron en el más alto pedestal.
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En esa misma casa sus agradecidos padres le celebraron felices sus 71 años. Todo sucedió la tarde del sábado 30 de noviembre de 2019, cuando Doña Olga escuchó la grabación de bellos versos que su hijo le había dedicado en diversas ocasiones.
Con sentimiento profundo
a Dios gracias voy a darle,
por haberme da’o la madre
más buena y noble del mundo.
Es la luna, es una estrella
que solo brillo me dá,
no hay como mi mamá
y yo vivo orgulloso de ella.
Ella, al escuchar esos bellos versos no dijo nada. Solamente lo abrazó y le dio un beso en la frente a ese hijo que la graduó con el título de mamá, que supo brindarle cientos de alegrías cantadas y hacerle sus días más agradables. Claro, porque la madre es una estrella fugaz que pasa por la vida una sola vez, y él supo amarla, porque cuando su luz se apagara no la volvería a ver más.
Andrés Emilio sigue en su interior añorando a la autora de sus días, a quien le regaló una bella canción titulada ‘No hay como la mamá de uno’.
Cuando el hijo está llorando le duele, es a la mamá,
cuando el hijo tiene hambre le duele, es a la mamá.
Ella no lo puede dejar, si es el hijo de sus amores,
puede tener un mundo de errores, pero no para la mamá.
No hay como la mamá de uno, no hay como la mamá de uno.
Andrés Emilio sigue en su interior añorando a la autora de sus días, a quien le regaló una bella canción titulada ‘No hay como la mamá de uno’.
Nadie quiere decirle sobre la muerte de su mamá porque sería como desprenderle el alma a pedazos, ponerle a palpitar el corazón en medio de un aguacero de dolor donde las palabras no tendrían ningún sentido.
Su mirada se pierde en el infinito, ya no es el mismo Andrés Beleño de otrora. Solamente tiene a su favor las ganas de superar esta etapa que lo ha marginado de todo. Cómo no recordarlo con su peculiar baile, con sus camisas floreadas soltando versos e interpretando canciones con su jocosidad natural, con ese estilo ‘Abeleñado’ que era alabado por sus seguidores y amigos.
El esposo de Nelsy del Carmen Mendoza Manjarrés, padre de Andrés ‘El Neno’, José Francisco, María Angélica, Andresito, Olga y Julio, se mantiene pensativo en la sala de su casa buscando en su memoria la razón de su vida y los episodios vividos en el folclor.
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Algunas veces se le nota triste, de un momento a otro abre y cierra los ojos, entonces hay un escape que se hace notorio en su rostro, y es cuando en el equipo de sonido irrumpe alguna de sus canciones.
Las horas pasan y el autor de ‘La campana’, ‘La batea’, ‘El gorrero’, ‘La mamá de uno’, ‘Convencida’, ‘Que se vaya’, ‘El flaco lleva’o’, ‘Me huele’ y ‘La hora loca’, entre otras, está en las manos de Dios que todo lo puede.
Durante las últimas horas de vida de doña Olga, la vieja consentida de Andrés Emilio, le dijo a su nuera Nelsy: “Gracias por amar tanto a mi hijo, y así mismo te amo yo”…
Como en una historia de profundo dolor las lágrimas bañaron el rostro de Olga del Socorro, y así partió a la eternidad al encuentro con el Creador.
POR: Juan Rincón Vanegas/EL PILÓN