Por Raúl Bermúdez Márquez
A los cesarenses y guajiros nos gustó la designación de Amilkar Acosta Medina como nuevo ministro de Minas y Energía. No le pasa lo mismo a algunos connotados representantes de sectores de la economía que se benefician del actual modelo minero-energético basado en la titulación de los recursos mineros del país a particulares o a compañías multinacionales que los extraen, los exportan y nos dejan un ínfimo porcentaje en la modalidad de “regalías”, como si eso realmente fuera un regalo.
La preocupación estriba en que la posición de Amilkar, en el Congreso, en el Partido Liberal y en distintos escenarios académicos, ha sido de manera franca, radical y muy argumentada, contraria a la entrega con muy pocas contraprestaciones y sin generación de valor agregado a recursos no renovables como el carbón, el gas y el petróleo.
Por eso, a través de los grandes medios libran una no muy disimulada campaña en contra del nuevo Ministro nacido en Monguí, corregimiento guajiro donde sus matronas le dan el punto ideal a uno de los más deliciosos dulces de leche de la región. En Caracol y RCN no pierden ocasión para argumentar ante la opinión la existencia de un dilema ético en el caso de Amilkar.
Dicen que se opone a la venta de Isagen, a la reelección de las políticas neoliberales de Santos, que en alguna ocasión manifestó que el presidente “viene de una estirpe presidencial, de lo que los venezolanos llaman el cogollito de la oligarquía bogotana" y como si fuera poco, con el desparpajo que lo caracteriza cuestionó la posición del presidente de minimizar el impacto y hasta la existencia misma del reciente paro agrario.
Y todo eso es verdad. Como respondió el nuevo ministro asediado por los dardos provenientes de varios flancos periodísticos, “lo escrito, escrito está”.
La pregunta es: ¿Quién rectifica, en este caso, el presidente o el nuevo ministro? Lo de Isagen está ya en manos del ministro de Hacienda, el modelo aperturista de poner a competir al agro colombiano con los productos subsidiados de otros países en poco tiempo mostró sus consecuencias funestas – lo demostraron los campesinos en el paro-, el mismo presidente públicamente admitió que se equivocó en su apreciación inicial del paro agrario y finalmente Amilkar no tiene la culpa de lo que piensen los venezolanos.
Por eso, pa’lante ministro, que la comarca guajira y cesarense tiene fincadas esperanzas en que su presencia en el gabinete sea el inicio de una nueva era para la minería en dos departamentos que representan más del 90% de las exportaciones de carbón pero que paradójicamente muestran uno de los índices de necesidades básicas insatisfechas más altos del país.