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Alternativismo peligroso

En un gobierno pueden acontecer centenares de crisis de distintas índoles, las cuales, con razón, generan cierto descontento e inconformidad en la ciudadanía. Es allí donde aparecen líderes y lideresas enarbolando banderas con las que proclaman a los cuatro vientos soluciones para las distintas problemáticas que se estén presentando en el momento. Estos personajes llegan hasta el punto de proponer modelos de Estado que dentro de la comunidad internacional son considerados como fracasos, contemplaciones que no son un simple capricho, ya que hay varios casos que sirven como muestra para exponer lo perjudicial que puede llegar a ser un caudillo oportunista prometiendo salidas estériles e ilusorias.

Dentro del plano gubernamental, y en todo lo relacionado con asuntos públicos, resulta necesario entablar acciones propositivas en procura de que el aparato estatal goce de un buen engranaje. No está mal que se propongan alternativas de cambio, lo que sí está mal es que se llegue a la instancia de plantear cosas que estén fuera de la órbita legal o que vayan en contravía del modelo político, social y económico de un Estado, más aun cuando este se encuentre en plan de construcción y su consolidación prometa una serie resultados positivos.

A estos personajes maquiavélicos no les cuesta ni cinco adquirir cualquier clase de compromiso, siempre están a la expectativa, aprovechando todo tipo de circunstancia crítica que comprometa al ejecutivo o a cualquier rama del poder público, sacándole el jugo como parásitos a electores vulnerables, que casi siempre son aquellos que se encuentran en sectores indignados, el fin justifica los medios.

Por supuesto, Colombia no es la excepción. Nuestro país no se salva de la aparición de estos líderes, si es que así puede llamárseles. Personajes como Piedad Córdoba, Alejandro Ordoñez, Gustavo Petro, Timoleón Jiménez, “el que diga Uribe”, entre otros, se han aprovechado de las erratas y negligencias del Gobierno Nacional -en cabeza del presidente Santos- y de las ramas legislativa y judicial, que no son poquitas y no podemos desentendernos de ellas; de los escándalos de corrupción, en los que casi que a diario salen involucrados directa o indirectamente, pero igual siguen actuando como adalides de la moral; en fin, de la ausencia de Estado para mostrarse ante la sociedad colombiana y el plano internacional como las figuras adecuadas para el 2018, aun cuando en el pasado y en el presente, con sus acciones y omisiones, han dejado al descubierto sus pretensiones, tacitas y expresas de prescindir de elementos primordiales para el afianzamiento de lo que con insistencia he llamado proyecto de Estado Social y Democrático de Derecho.

Colombia tiene grandes retos por afrontar. No está bien deslegitimar ese hecho histórico ocurrido hace unos días, como lo fue la entrega de armas de las Farc. Que aún faltan las caletas, sí, pero tal suceso es un gran paso. Es el inicio del fin de una guerra que ha estropeado a nuestro país por más de medio siglo y que hoy que se ha presentado la oportunidad para zanjarla no se puede evadir tal quehacer.

El Gobierno Nacional, el Estado y la sociedad tenemos un gran compromiso con la paz, una inmensa responsabilidad con la construcción de un mejor país. Es posible.

Es este uno de los tantos motivos por los cuales no debemos caer en las redes del populismo arribista y mediocre.

Los colombianos debemos identificar cuáles son los tópicos de la vida nacional que demandan mayor atención. El mejor candidato para la presidencia sin duda será quien esté dispuesto y apto para ponerle todo el empeño a la solidificación de los principios, derechos y deberes enmarcados en la Constitución Política de 1991, para luchar en contra de la repudiable corrupción, para trabajar por la mejora de los sistemas de salud y educación, por el fortalecimiento de la economía, por darle un aire de equidad e igualdad al gasto público social, y para combatir la pobreza extrema y los altos índices de desempleo.

Algo que no tiene discusión es que la alternativa por la que optemos los colombianos deberá tener agendado los temas de paz, posconflicto y corrupción.

Creer en disyuntivas que derivan de praxis antidemocráticas es un gran desacierto, estas no son más que un: ‘Alternativismo peligroso’.

@camilopintom

Por Camilo Pinto M.

 

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