Por: Gustavo Cotes Medina
Colombia está viviendo una bonanza petrolera gracias a compañías expertas en incrementar la productividad en la extracción de crudos pesados y al resultado de una suma de factores que incluyen aumentos en los precios internacionales, avances en la tecnología y cambios sustanciales en los contratos petroleros. A lo anterior, se agrega una importante gestión comercial y el desarrollo de nuevos mercados por parte de Ecopetrol.
A la fecha, se han firmado más de 60 contratos y explorado 70 pozos por año, con la posibilidad de llegar a los cien pozos, y la producción petrolera bordea los 800.000 barriles diarios. Se espera alcanzar el millón de barriles hacia el 2011. Hace apenas cinco años, se firmaban unos 20 contratos anuales y se hacían menos de diez pozos exploratorios para una producción de 475.000 barriles diarios. Durante los próximos cinco años, las inversiones en el sector de hidrocarburos podrían superar los US$37.000 millones, un resultado realmente sorprendente.
Ecopetrol invertirá US$4.000 millones en expansión de la Refinería de Cartagena-REFICAR- que a partir del 2013, con la construcción de 12 plantas, producirá 165.000 barriles diarios de combustibles limpios, gasolina y diesel bajos en azufre. El protagonista principal de este desarrollo es el doctor Javier Gutiérrez Pemberthy, presidente de Ecopetrol.
La economía del país se ha ido petrolizando por etapas. La mayor cantidad del crudo se produce en el Meta, Vichada, Putumayo, con un gran prospecto en El Caguán, Caquetá. Ecopetrol exporta sus tres productos bandera: crudo castilla, fuel oil y mezcla de crudos, a la Costa del Golfo de los Estados Unidos, China, India y en menor escala a Perú y Chile. Las ventas externas alcanzan la cifra de US$906 millones en el mes.
El éxito del nuevo modelo petrolero implica un gran desafío en las regiones de explotación del crudo, donde se ha puesto de manifiesto que otros eslabones de la cadena de extracción no se encuentran preparados para manejar esta situación. La mayor dificultad está identificada en la infraestructura del transporte, vías, camiones, puentes, y en el manejo de los conflictos salariales, ambientales, comunidades indígenas y afro-descendientes.
La actividad petrolera debe tener un desarrollo armónico donde puedan convivir el agro, medio ambiente y las comunidades. El Ministerio del Interior y la OIT son los encargados de hacer cumplir protocolos y verificación de procesos cuando se presentan dificultades, especialmente con los resguardos indígenas y familias de desplazados.
Es necesario moderar y ordenar de manera eficaz el aspecto de las regalías, que deben ser un factor multiplicador alto para el desarrollo económico de las regiones involucradas, y no un foco de corrupción con efectos negativos como los registrados en pasado reciente, en distintas regiones del país.
El petróleo y la minería son la gran esperanza para la economía colombiana en los próximos diez años, pero debemos estar preparados para que la enfermedad holandesa no sea la “maldición de los recursos naturales” y pueda derivar en dificultades macroeconómicas y presupuestarias para el país. Se deben crear fondos de estabilización, procedimientos de tesorería y marcos jurídicos especiales para la administración de estos ingresos por recursos naturales.
Hasta ahora los nuevos hallazgos de petróleo son de tamaño medio o pequeño y la tendencia es que los precios sigan altos por un tiempo, pero nunca se sabe con certeza. De pronto, puede ser prematuro ilusionar al país con “una gran bonanza”, pero debemos ir ahorrando los mayores recursos generados para invertir en educación e infraestructura de calidad, aumentar la productividad en la economía y evitar así caer en tentaciones por culpa de una riqueza mal administrada.
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