X

Acuerdo final: ¿un bodrio?

En esta columna he dicho que voy a participar en la decisión del plebiscito. Nuestra generación no ha tenido oportunidad de intervenir en uno. Lo respaldo. Pero no he adoptado una postura definitiva de si “voto” por el “SI” o por el “NO”. Y las comillas en la palabra voto, es porque no se trata de un proceso electoral, para apropiadamente hablarse de votación, sino de un pronunciamiento de apoyo o de rechazo a una decisión donde el Presidente Santos motu proprio nos embarcó.

No se si para pasar a la historia, por haber acudido a un instrumento como el plebiscito, en primer ejercicio de esa naturaleza en el siglo XXI en Colombia, o con el objetivo de que si se logra la firma del acuerdo final y con el se matiza la paz, no cabe duda será candidato a nobel de paz. Obvio compartido con el hampón de alias ‘Timochenko’ de la Farc.

Antes de tomar postura lo que se sugiere es la de esperar el texto final del acuerdo. Y no anticiparnos a proponer reflexiones, pareceres, opiniones de tanto talante disparatado como lo que dicen los opositores y partidarios, en una práctica dialéctica exteriorizada con sandeces, saña, maldad, mentira y hostigamiento. Precisamente un tema de nítida estirpe de participación ciudadana, se convirtió en un escenario de conflicto político. Uribe versus Santos, Santos y su legión versus Uribe y sus aliados.

La vaina es constitucionalmente tan extravagante que al mecanismo del plebiscito se le ha incorporado hasta las empresas encuestadoras como Gallup. Y las apuestas giran en quién va ganando o perdiendo. Los constitucionalistas de viejo molde como los noveles estarán tomados de cabellos. ¿O no, admirado y querido profesor Rodrigo González Quintero?

Lo que se ha publicado a pedazos es multiforme, un bodrio, es decir, una mezcla confusa de cosas. Algunos segmentos de lo que se conoce son ininteligibles y otros trozos dan rabia y coraje. Mejor dicho ‘sacan la piedra’. Por lo anterior conviene bastante esperar el contenido del texto final. Y por esto ultimo no se entiende por qué Santos provoca tanto con señalar que el texto que avanza se puede anticipadamente someter al Congreso, con un chulo en la pieza documental que lo contiene. Esas ligerezas del Presidente son los que le quitan punto a la iniciativa. La enrarecen.

Y bien: el Presidente Santos y el ahora senador Uribe están convencidos que los colombianos somos borregos, bobos. A veces mentalmente visualizo a estos dos manes muertos de la risa (para no decir otra cosa) en brindis íntimo por todo lo alocado que vienen de provocar. Hasta medirnos la imbecilidad.

El Presidente Santos, los senadores Benedetti, Roy Barrera por una parte y por la otra el expresidente Uribe, los senadores Gaviria, Paloma Valencia, saben que el pueblo pueblo no va a leer ningún texto final (se oyen carcajadas), solo se enterarán de lo que divulguen los medios de comunicación, con los sesgos de unos y otros. La montonera votará según cabresteo de aquellos o estos. Y la muchedumbre es la que vota, por eso la estrategia de emplear en el plebiscito la expresión votación que no está ni en la Constitución ni en la Ley 134 de 1994, pero si en la Ley Estatutaria para la refrendación del Acuerdo Final. Eso fue fatal.

Por último debe decirse que la Constitución de EE.UU de 1787 es chiquita (7 artículos con secciones y, 27 enmiendas) y aquí para dejar de matarnos se construye entre partes académicamente desiguales un prolijo e inextricable ‘tratado’. El borrador es una sarta de cosas estrambóticas, por eso es mejor esperar el producto terminado, ojalá que no sea de mala factura.

¡Qué miedo!

Categories: Columnista
Hugo_Mendoza: