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Acróstico al ‘Jilguero’

J untar muchos acordeoneros, cantantes, compositores y verseadores para homenajear

O agasajar, de manera póstuma al más grande y al primero de los cantantes en la historia

R eciente del vallenato, es la más hermosa tarea de la Fundación del Festival este año.

G anas tiene medio país de hacerse presente en Valledupar para escuchar y apreciar

E mocionados las lindas interpretaciones que realizó ese grande, durante su vida.

O visitar a La Paz, Cesar, su tierra natal, donde al comprar almojábanas puedes pedir tu

Ñ apa y la gente de ese pueblo te ratificará por qué fue y será por muchos años la persona 

A la que ese municipio le rendirá tributo merecido y jamás olvidarán que gracias a él

T ienen un sitial de honor entre los pueblos de Colombia, siempre dirán: La Paz tierra

E n la que nació, creció y vivió toda su vida la voz más clara, fuerte y afinada del vallenato.

E l hombre que contra viento y marea se mantuvo incólume en una música de mitos y

L eyendas de las cuales él inició a ser parte desde el mismo momento que partió al cielo.

J óvenes, niños y adultos de la costa Caribe y de toda Colombia ya saben quién dejó la

I diosincrasia del Valle del Cacique Upar bien representada y llevó el nombre de nosotros

L os nacidos en el Magdalena grande, a las cumbres de la cultura colombiana, y claro, se

G anó muchos pergaminos y homenajes en vida, sin embargo, este que hoy se le tributa a

U no de los más grandes músicos de la historia de nuestro País es el homenaje que tanto

É l soñó y que por los motivos que ustedes ya conocen no se le pudo ofrecer en vida, pero

R azón tiene el adagio que nos dice, el gallo bueno canta igual en su corral que en el ajeno

O tra parranda hermosa debe estar realizando Oñate al lado de sus otros amigos juglares.

D onde quiera esté su alma va a estar feliz y cantando, porque así fue su vida, y sin duda

E l mejor homenaje que le podemos hacer a ese hombre, es escuchar su música siempre.

A veces pienso que el vallenato ya no será el mismo, sin Diomedes y sin Oñate, pero 

M e conformo al saber que la música que nos dejaron estos y muchos otros grandes

E s de aquella que tendrán que pasar muchos decenios para que en parrandas y en la

R adio dejen de ponerla, esta no es música desechable, como buena parte de la que hoy

I ntenta ganarse el cariño de la gente, pero solo es flor de un día, mientras la que Jorge

C antó llega al corazón, luego de penetrar por todos los sentidos y se queda en el alma

A vivir como vivirá ‘El Ruiseñor del Cesar’ en los corazones de los amantes de esta música.

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