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Acordeoneros y políticos del ayer

Por: Nuris Pardo Conrado

En tiempos pasados, para obtener el reconocimiento de acordeonero, no solamente había que desearlo, era indispensable además de terciarse el acordeón, tener gallardía, demostrar caballerosidad y un excelente desempeño en el arte musical, ser experto en las combinaciones de altos y bajos, apropiarse de un estilo particular, ser capaz de improvisar una rutina atractiva, contar con creatividad, ser dueño de una excelente voz, estar acompañado de estrategias y capacidad de solución para cada momento, acreditar virtudes de verseador puro, compositor innato y como último desafiar los impactos naturales del oficio, pero también, conocer el aparato musical que a la postre era el arma del ataque y la defensa.
Sin las anteriores virtudes, era imposible interpretar piezas y ritmos tradicionales como en nuestro caso el paseo, merengue, puya y son, así como otros que eventualmente se pedían, tal como el pajarito y las cumbias que también son nativos de la región, si lo sabían hacer se les daba el título de músicos completos, pero si no, debían apartarse del oficio y dedicarse a amenizar colitas y parrandas caseras.
Si estos no hubiesen sido los cánones obligatorios de nuestra expresión ancestral folclórica, no contáramos con el historial de haber existido músicos como Francisco el Hombre, Chico Bolaño, los Hermanos López, Juan Muñoz, Fermín Pitre, Cesar Serna, Samuelito Martínez, Juan Granados, Pacho Rada, Luis Enrique Martínez, Emiliano Zuleta, Toño Salas, Abel Antonio Villa, Alejo Durán Juancho Polo, Andrés Landeros, Ramón Vargas, Colacho Mendoza, Alberto Pacheco, Calixto Ochoa, Lorenzo Morales y otros baluartes y gloriosos ejecutantes a los que no podemos olvidar por ningún motivo.
Idéntica cosa sucedía en la política del ayer para tener aspiraciones y ser líder, se requerían estrictos principios y virtudes, aptitud inequívoca en donde también se requerían características de liderazgo, dignidad, laboriosidad, intelectualidad, discurso para convencer al pueblo que no se era ningún juan de los palotes, eso hacía, que no todo el mundo se le daba por aspirar, porque comprendían que el arte de gobernar o legislar necesitaba el cumplimiento y el reconocimiento de unas inevitables características.
La antigua provincia de Valledupar, ha sido cuna de meritorios personajes de la acción democrática, de allí la razón para hacer remembranza de tantos valiosos varones como el doctor Pupo Martínez, Pedro Castro Monsalvo, José Eugenio Martínez, José Manuel Daza, Crispín Villazón de Armas, Aníbal Martínez Zuleta, Manuel Germán Cuello, Luis Rodríguez Valera, Alfonso Campo Soto, Alfonso Araujo Cotes, Milcíades Cantillo Costa, Jaime Murgas Arzuaga, Jorge Dangond Daza y otro eméritos hombres de estirpes y calidades que lo hicieron con lujos y que hoy son inolvidables.
Lo anecdótico y para preocupación general, es que en la actualidad cualquier entusiasta acordeonero o ilusionado político se lanza a las diversas convocatorias, cada cual en su quehacer, sin medir previamente sí tendrá las bases intrínsecas para hacerse oír o elegir, que en muchos casos terminan haciéndolo mal y acaban pasando la pena en los sitios donde les corresponde actuar, solo por la avaricia de meterse donde no caben, o haciendo el oso y dejando en feo a esas profesiones que a través del tiempo han dignificado la vida de los pueblos a los cuales pertenecemos.
Esta avalancha de aspirantes a reyes de festivales en cualquiera de sus versiones o posible elegidos en las contiendas electorales, no debemos tomarlas como acción de circo o hazmerreir, para acceder a ser rey de cualquier festival o miembro de una corporación legislativa o ejecutiva, no debe provenir del deseo solamente, es indispensable que quien lo anhele lo mínimo que debe contar es con los requisitos previos, porque esto no es una pasarela, ni a ellos se les va entregar la administración de algo irrisorio, sino el destino de una comunidad que con tanto rigor hemos constituido. Medítelo bien antes de presentarse por que  la música y la actividad democrática merecen más que respeto.
Nota:
A nombre de quienes nos vimos afectados por la reparación de los puentes en la vía Bosconia Ciénaga, quiero agradecer al distinguido empresario Carlos Darío Hernández Hinojosa, por su valentía  y desinterés al transportarnos en los mismos horarios habituales y precio idéntico por el trayecto Valledupar Riohacha Barranquilla y viceversa, con el propósito que tal obstrucción no perjudicara a quienes cotidianamente  hacemos ese recorrido. Dios le pagará en vida, salud y satisfacciones.

nurispaco@hotmail.com

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