Con el primer puente festivo del año, por la llegada de los Reyes Magos, se pone fin a las francachelas y las comilonas -como dijera el poeta bogotano Rafael Pombo-, propias de la temporada de vacaciones. Todo parece estar volviendo a la normalidad. Es así como hoy retomamos esta columna de opinión, con el análisis del hecho internacional con el cual se despidió el 2014, y que no es otro distinto al acercamiento en las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EE.UU, logrado gracias a la positiva mediación del Papa Francisco.
Recordemos que el rompimiento de las relaciones entre estas dos naciones se produjo hace más de cincuenta años, gracias a: (i) La nacionalización de las empresas estadounidenses domiciliadas en La Habana, por parte de la naciente revolución cubana (ii) la invasión de Bahía Cochinos (Cuba); fallido golpe perpetrado por emigrantes cubanos, entrenados por la CIA, para derrocar al líder comunista Fidel Castro en abril de 1961, y (iii) la alianza política y comercial de Cuba con la Unión Soviética. Todo ello generó medidas de orden económico y político de los EE.UU contra la isla, tales como: Disminuir la venta del petróleo; evitar la compra de azúcar y la expulsión de Cuba de la OEA, ocurrida en 1962. Desde entonces las relaciones de estas dos naciones estuvieron “congeladas”.
Con la caída del muro de Berlín, ocurrida la noche del 9 de noviembre de 1989, Cuba encontró en el Presidente Hugo Chávez Frías, su mejor aliado, pudiendo, con la ayuda decidida de Venezuela, tener un respiro frente al asfixiante embargo económico al que fue sometida, y que la dejó aislada del mundo por décadas enteras.
La muerte del carismático líder popular Hugo Chávez Frías, y el para muchos ilegitimo, triunfo electoral de Nicolás Maduro, cambió el panorama geopolítico, pues de llegarse concretar el restablecimiento pleno de las relaciones entre Washington y La Habana, ello implicaría el “enfriamiento” de una tórrida luna de miel entre Cuba y Venezuela, quedando el bravo pueblo, sumido en el ostracismo, que agravaría aún más la delicada situación económica, política y social por la que atraviesa hoy, lo que a su vez, en concepto de muchos politólogos, precipitaría la caída del Socialismo siglo XXI.
De ser así no cabe duda que el Presidente Barack Obama, realizó una brillante carambola a tres bandas, que le daría jugosos réditos políticos, en momentos en que todo parecía indicar que tenía el sol a sus espaldas.
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