Sube el dólar y se extralimita el alza en los precios de todos los productos, la inflación hace su agosto en la canasta familiar; sube la gasolina de manera desconsiderada, siendo la más cara en todo el cono sur. Y esto también es un motivo para que todo suba.
Al pasar de diciembre a enero. El nuevo año trae consigo los ajustes de precios de manera desproporcionada e injusta; el aumento del salario mínimo y el auxilio de transporte no se equipara con lo que sube el arroz, la panela, el café, el aceite, los huevos, el queso, es decir sube el salario y el poder adquisitivo del sueldito se pierde ante la arremetida de los precios de la canasta familiar, de lo básico que requiere una familia pobre, en promedio.
Suben los precios del transporte, suben los peajes y es en este caso a lo que me remito en esta nota.
“El contrato de concesión, más que un típico contrato estatal de obra bajo una determinada modalidad, se caracteriza por ser un negocio financiero. El colaborador de la administración en la provisión de bienes públicos destina a la construcción de la obra y a su explotación recursos propios (equity) o gestados por él (deuda).
El Estado se obliga a ejecutar las prestaciones que le permiten al privado recuperar su inversión (cesión de peajes, por ejemplo). La ventaja económica que el concesionario persigue con la celebración de este contrato no surge de un precio pactado, como en el contrato de obra, sino del rendimiento de los recursos invertidos para cumplir el objeto contractual.
La oración con la que inicia el párrafo anterior es un lugar común en los libros de contratación administrativa. Pero esa literatura no dice mucho sobre las implicaciones de esta proposición”.
Mucha literatura, las normas a pedir de boca, y desde luego que con ellas se curan en salud, la administración y los que representan estas concesiones.
El negocio es lucrativo, claro que lo es, pues las leyes protegen a quienes intervienen en estas lides, otorgar concesiones por más de treinta años dice mucho del ‘negocio socio’. Y ajustar cada periodo de tiempo el valor de los peajes, deja ganancias atractivas y dejar de invertirle a las vías es también algo interesante, pues vemos su deterioro y nada pasa.
El departamento que más peajes tiene es Santander, seguido del departamento del Cesar que tiene: Valencia, El Copey, San Diego, La Loma, Rincón Hondo, Pailitas, El Platanal, Gamarra, Morrison.
Y hay que ver el estado de las vías en el Cesar, es deplorable, entonces la pregunta que se hace el desprevenido conductor, ¿la plata de los peajes qué se hace? ¿para qué bolsillo se va?
Cabe destacar, dicen los medios que investigan sobre el tema, que Colombia es el tercer país con los peajes más caros del mundo. Y esto es de mi cosecha, con las vías más deplorables que podamos encontrar, revisemos el tema de la ruta de Bosconia, Pailitas, Aguachica. Es de verdad lamentable.
Por acá, en la concesión del alumbrado público no se ve una luz que ilumine este proceso; el tema del tránsito está congestionado, las obras del Mello, para dejar bien amarrados sus burros, y con Emdupar ni se diga. Gotas de agua que bañaran otros bolsillos. Dios se apiade de nosotros, con sobrecostos a pedir de boca y nada pasa, pobre pueblo. Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara