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Las protestas

El corazón es tan fascinante y noble obrero que en su labor hace una sola protesta, la ciencia le llama “paro cardíaco”. Anónimo.

Las protestas son manifestaciones a través de marchas públicas de personas o grupos para hacer notar inconformidades, maltratos, deficiencias en la aplicación de la ley desde los puntos de vista político, económico o social, principalmente.

Las protestas son por lo general el último recurso de una sociedad maltratada que necesita expresar sus necesidades para clamar por una solución efectiva.

Gracias a estas manifestaciones la historia ha progresado y muchos grupos han podido plasmar sus intereses en cambios políticos y sociales.

Se han convertido en el golpe de opinión más usual. Es una forma casi que a la fuerza y con poder de dominio e imperativa de comunicación para manejar el derecho a la libertad de expresión.

La verdadera libertad de expresión es el derecho a decir sana y libremente todo aquello que tú acuerdo social te permita resaltar y por medio de esta libertad se recurre a las protestas para reaccionar ante hechos puntuales de violencia, desalojos, cuestiones laborales.

El derecho a la protesta social envuelve el de la asociación, libertad de expresión, huelga, y otros que se dan en la ejecución de circunstancias específicas de tiempo, lugar y modo.

Es la posibilidad de poder manifestarse para reclamar a las autoridades o manifestar un momento interesante o de relevancia patriótica.

Las protestas son válidas cuando la sociedad no satisface las expectativas y reglas de juego que ella misma ha creado, pero pierden su originalidad cuando se acude al desorden, al miedo y a la violencia, he aquí en donde el desleal con la sociedad, cuando está en las manos del bienestar calla, pero cuando no, acude a la protesta.

La protesta del necesitado la escuchamos todos, pero llega con la indiferencia al que puede resolverla, y el indiferente generalmente nunca ve las piedras ni mucho menos escucha el ruido de sus cadenas.

Una manifestación se puede prohibir cuando se consideren ilícitas de conformidad con las leyes penales y en especial cuando se sabe que van a producir alteraciones del orden público, con peligro para personas o bienes que es lo que normalmente sucede en muchos medios y ambientes por la intolerancia de las partes en acudir al diálogo oportuno y que la falsa política aprovecha para acomodar su participación y desviar el sentimiento social.

La Constitución Política garantiza el derecho a reunirse y manifestarse públicamente.

La protesta es uno de los derechos más importantes de cualquier democracia, pero deben ser no violentas y en esta forma las palabras, los símbolos y las acciones tienen el poder de crear un cambio social, y muchas personas se sienten atraídas por este tipo de acciones debido a los resultados positivos que generan. Hay un poder increíble en las acciones no violentas.

Cuando se le huye al diálogo y fluye el ánimo de crear una situación o estado de confusión o de alteración de algo, especialmente del orden público o social, entonces los paros, manifestaciones y huelgas carecen de sentido, pues se llega a bloqueos y otras actividades que atentan contra los derechos del resto de una sociedad, vulnerando sus derechos fundamentales como la propiedad privada y el trabajo, logrando el menosprecio dentro de las comunidades que, cuando no se manifiesta la justicia con las sanciones debidas que indica la ley, entonces reaparecerá como costumbre, y que combinada con los bloqueos implica que las reglas de juego no se respetan. 

La sociedad funcionará con más violencia, la ilegalidad se manifestará por todas partes y la corrupción, la desconfianza, el desinterés social y otros desmanes anti políticos estarán de manifiesto en forma espontánea.

Hay que olvidar que cualquiera que esté laboral y económicamente por encima de nosotros es nuestro enemigo; romper este acuerdo nos lleva a la libertad y así el acto de protesta confiere dignidad y admiración.

Por Fausto Cotes N.

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