BITÁCORA
Por: Oscar Ariza
Quizás esta sea otra columna más en la que se pone de manifiesto la inconformidad de los ciudadanos de Valledupar por el retraso en las obras que desde hace meses se vienen ejecutando desde la más absoluta ignominia por parte de las concesiones, que han resultado siendo entes inoperantes y desprovistos de otro interés distinto al de enriquecerse con los bienes públicos que aportamos con impuestos quienes vivimos en esta ciudad.
Este desastre administrativo se ve en obras como la fuente de la carrera novena, el separador de la avenida Simón Bolívar, la carencia de alumbrado público en el trayecto de la Glorieta de La Pilonera Mayor hasta Hurtado y otros barrios que siguen a oscuras facilitando el crecimiento de la delincuencia, entre otros, se ha convertido en un completo descaro, que no muestra sino la indiferencia de los organismos de control que nada hacen por obligar a que el municipio responda por estos recursos que han sido entregados a estas concesiones; un cáncer cuya única cura es precisamente desmontarlas como lo hizo el Alcalde Char, en Barranquilla, que en una actitud valerosa y ética puso el desarrollo de la ciudad y el bienestar de la ciudadanía por encima de intereses particulares.
Esta es otra columna más que se escribe sobre el mismo tema esperando que alguien haga algo y responda ¿qué se están haciendo con los recursos destinados para estas obras? ¿Cuál es el costo de ellas?, ¿Cuál es el plazo de entrega y quién las ejecuta ?, pues no hay vallas que establezcan este tipo de información para que la ciudadanía sepa qué se hace y cómo se distribuyen los dineros públicos.
Las concesiones en Valledupar parecen ser organismos que no se rigen por ninguna ley colombiana, pues hasta el día de hoy obras como la fuente y el separador de la avenida Simón Bolívar permanecen inconclusas después de más de ocho meses de iniciadas, a pesar de las incomodidades que causan para la movilidad en estos sectores.
Aun así se siguen ejecutando obras a la topa tolondra, más por el afán de mostrar resultados que a la larga se convierten en sofismas de distracción para ocultar los errores producto de la poca planificación que terminan dejando elefantes blancos por toda la ciudad como la nueva galería popular.
Como si fuera poco se sigue buscando el fortalecimiento de la concesiones entregándoles más dineros para ejecutar sin que se ejerzan controles rigurosos sobre ellas que terminan con los dineros en sus cuentas sin tener que rendirles informe a nadie.
Inaudito que se sigan presentando proyectos al Concejo Municipal en los que se comprometen vigencias futuras amén de las recomendaciones de la Contraloría General de la Nación, La Procuraduría y demás organismos de control. A pesar de las denuncias de concejales como Augusto Ramírez Uhía y Leonardo Amaya, la alcaldía, con la sospechosa anuencia del resto del Concejo pretende aprobar la solicitud de un empréstito de 20.000 mil millones de pesos para pagarlos con la sobretasa de la gasolina de años venideros, dejando las manos atadas a futuros alcaldes que se convertirán en firmones sin capacidad de ejecución y al municipio en riesgo de caer en bancarrota, pues lo más probable es que ya estos recursos tengan el fatal destino de ir a parar a las concesiones que inexplicablemente siguen en pie a pesar de haber sido demostrada su inoperancia.
En Valledupar se necesitan obras para que la ciudad se desarrolle a la misma velocidad de otras capitales del país, pero ello no debe ponernos en el riesgo de entregar las finanzas del municipio para que otros vengan a malbaratar lo que con responsabilidad, control, vigilancia y ética puede administrarse sin tratar de beneficiar a otro sector distinto al de la ciudadanía que merece respeto y explicación de qué es lo que hacen quienes representan la conciencia colectiva de la ciudad que por votación popular creyó y depositó la confianza en que a través de ellos, los dineros públicos se administrarían con eficiencia y rectitud.
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