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“¡Yo soy Puerto Rico!”

Ocurrió en Francia, el 14 de enero de 2015, cuando el terrorismo atentó contra el semanario Charlie Hebdo, dejando un saldo trágico de 12 muertos y 11 heridos. Este ataque perpetrado con premeditación y alevosía, generó la solidaridad del mundo entero, que se unió en torno a la frase: “¡Yo soy Charlie Hebdo!”. Hoy, a pocas horas del inicio de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, traigo a la memoria este hecho porque la campaña de Donald Trump, del partido Republicano, se permitió, a través de un comediante de pacotilla afirmar que: “Puerto Rico es una isla flotante de basura”. Frase que en ningún momento el candidato Trump ha rectificado, lo que demuestra a todas luces, que comparte esa opinión. Es claro que aquí no se atentó contra la vida de nadie, pero también lo es, que se ataca la dignidad de un pueblo hace parte de los EE. UU. y que merece respeto y consideración.


Ahora bien, ¿conocerá el ególatra candidato Republicano, lo que es el respeto? Lo dudamos mucho, y consideramos que tampoco sabe lo que es sentir vergüenza, y mucho menos sentir pena ajena.
La suerte del país del tío Sam, está echada, y ojalá Kamala Harris, la candidata del partido Demócrata, se alce con la victoria, conjurando de una buena vez la amenaza que para la democracia de los Estados Unidos representa el señor Trump. Por vez primera llegaría a la presidencia una mujer, y no solo eso, una mujer que ha demostrado hasta la saciedad estar preparada para regir los destinos de esa Nación, pues Kamala, actual vicepresidente de los EE. UU., con su esfuerzo personal y su tesón ha conquistado un espacio en un mundo machista y racista. Es, además, una digna representante de las minorías, de los excluidos, y defensora acérrima de la democracia, hoy amenazada por instigadores enarbolan la bandera de la exclusión y el odio.


La afrenta contra nuestros hermanos los boricuas, es la afrenta contra América, contra Chayanne, Ricky Martin, Gilberto Santa Rosa, José Feliciano, Residente, Jennifer López, Roberto Clemente y Essined Aponte, entre muchos otros, y tendrá consecuencias, toda vez que los puertorriqueños residentes en su país no tienen derecho al voto para elegir presidente de los EE. UU., pero quienes residen en otros Estados de la Unión, como Michigan, Pensilvania y Florida, harán sentir su protesta en las urnas.
El cuento del convicto Donald Trump, si llega a salir derrotado, es de todos conocido: “Me robaron las elecciones”, “Hubo fraude”, etc. Cuento en el que ya nadie cree. No obstante, si sale vencedor, solo podemos decir: Dios salve a los Estados Unidos.
Nuestra solidaridad para con nuestro querido Puerto Rico, y para con toda la comunidad latina que llegaron al país del norte en busca del sueño americano. Para ellos nuestra fraternal solidaridad: “Yo soy Puerto Rico”.


La frase de cierre: “La ley moral va en la conciencia de cada persona y se impone por sí misma, sin necesidad de coacción externa”. Obra: Ética para periodistas. Autora: María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo. Página 37.


Por: Darío Arregocés Baute / darioarregoces2308@hotmail.com

Categories: Columnista
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