Por: Rodolfo Quintero
Lo que hace unos meses fue un rumor, poco a poco se está convirtiendo en una feliz realidad. Me refiero al programa “Yo, sí puedo”, de erradicación del analfabetismo, que desarrolla la Alcaldía en los barrios y corregimientos de Valledupar y que ya comienza a mostrar sus primeros resultados.
A mediados de diciembre se graduarán novecientos alfabetizados y a principios de enero lo harán cerca de cinco mil adultos que ya podrán escribir su nombre; leer periódicos y libros elementales; redactar mensajes breves; ampliar sus conocimientos y ayudar a sus hijos y nietos en las labores escolares.
El trabajo no ha sido fácil. La comunidad vallenata no ha salido inmune de los recientes años de violencia. La desarticulación del tejido social con el asesinato de numerosos líderes comunitarios, el desplazamiento forzado, la impunidad con que se ejerció y se sigue ejerciendo la violencia,ha minado la confianza de la ciudadanía en sus instituciones y destruido los lazos de cooperación y ayuda mutua.
Somos conscientes que la solidaridad, el trabajo voluntario, el humanismo, la preocupación por el bien común son valores que gozan hoy de poco prestigio para la religión del mercado. El fomento del individualismo extremo, el desprecio a la vida comunitaria, el sálvese quien pueda, el egoísmo y la indiferencia por los problemas sociales son, por el contrario, las características que se promueven como guías del comportamiento moderno.
Campañas de este género requieren de un alto grado de solidaridad, desprendimiento, entrega y compromisotanto de rectores y docentes de las instituciones escolares como de los estudiantes que participan en el programa de alfabetización. Por eso, los maestros deberían comprometerse con mayor entusiasmo dado que la educación es una responsabilidad de la escuela, estudiantes y padres de familia. Solo que, si estos últimos son iletrados difícilmente podrán estimular y ayudar a sus hijos en las actividades escolares.
Alegra saber que los estudiantes de los últimos años de bachillerato con entusiasmo están participando en la campaña “Yo, sí puedo”, mostrando que no son indiferentes a la suerte de las personas más vulnerables. Ojalá en estas vacaciones no decaiga esa energía para que en enero podamos celebrar el final de la primera etapa de este proceso.Inviten a sus novias y novios. El trabajo voluntario dignifica y humaniza.
Las personas beneficiadas que han dejado de ser iletradas comprobaron que sí se puede aprender a leer y a escribir. Ellos son la prueba de que no es cierto aquel dicho que afirma que: “loro viejo no aprende a hablar”. Aprende y lo hace muy bien. Ahora deben ayudarnos a convencer a aquellos que están renuentes a participar, que les da pena asistir a las clases, para que sigan su ejemplo y también salgan de la oscuridad.
Todo Valledupar debe ponerse en pie para que este programa sea exitoso. Se necesita el apoyo activo de las iglesias, medios de comunicación, ejército, policía, sector privado, jóvenes y ciudadanía en general. Este no es un compromiso que compete solo al alcalde Socarrás. Todos sus funcionarios tienen también que vincularse.
La erradicación del analfabetismo es un requisito para el desarrollo económico. Mientras tengamos un alto porcentaje de analfabetas no saldremos de la pobreza, la informalidad laboral, no erradicaremos el hambre ni acabaremos con el atraso.
Involucrémonos todos en esta causa colectiva como lo hemos hecho con la lucha por la sede de la Universidad Nacional en La Paz. Así construimos, insisto, caminos de paz y reconciliación.
RODOLFO QUINTERO ROMERO
Twitter: @rodoquinteromer