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Ya no es el valle, columna por @LuchoDiaz12

En 1997 el maestro Emiliano Zuleta Díaz, ganó el concurso de la canción inédita en la trigésima versión del Festival de la Leyenda Vallenata, con la obra bautizada Mi Pobre Valle; han trascurrido 17 años desde la evocación premonitoria descrita por el acordeonero, sin embargo, el presente de Valledupar en relación con la inseguridad en vez de corregirse, permanece.

Es muy cierto, en valledupar, “ya no se puede tocar por la calle, así como anteriormente se hacía” inclusive sentarse a conversar en las terrazas de las casas constituye un peligro inminente, ni siquiera las rejas inspiran temor a los delincuentes.

Las razones de la inseguridad son multicausales, el premio Nobel de economía Joseph Stigtliz, considera que existe una relación entre economía y violencia, esta apreciación es legítima, no obstante, en valledupar la situación empeora ante la falta de autoridad de las administraciones municipales y de la policía, su permisividad concibe la generación de delitos. Y tienen responsabilidad porque no ha habido ni hubo estrategias para atender las consecuencias de tener un centro penitenciario cerca del perímetro urbano, la misma situación ocurrió con el proceso de desmovilización paramilitar acaecido en la ciudad, en especial, por los efectos perversos que ha causado la mutación de esa agrupación y por la capacidad para forjar la delincuencia organizada.

La inseguridad es un indicador colectivo que describe el clima social en que discurre la vida urbana en las ciudades, los habitantes de valledupar lo perciben y lo viven diariamente, acusan desconfianza de las autoridades al no interponer las denuncias respectivas y se quejan de la laxitud de la justicia. Es pertinente que la ciudadanía cambie el parecer con el fin de servir de apoyo a la autoridad, sin embargo, la policía debe actuar conforme a su responsabilidad constitucional, porque de nada sirve la existencia de 28 cuadrantes, las cámaras de seguridad, el apoyo ciudadano, la dotación en medios tecnológicos y de movilidad, sino hacen presencia e inteligencia militar, si continúan pasivos la estrategia “vamos por ellos” es un chiste para los delincuentes.

El panorama de la delincuencia en valledupar es temerario y progresivo, los atracos en vía pública siguen en ascenso: de 910 en 2012 a 984 casos en 2013, en el mismo periodo el hurto de automóviles y motos pasó de 71 a 128 y de 271 a 576 respectivamente, asimismo, el indicador de la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes pasó de 24 en 2012 a 25 en 2013. (Departamento de Policía Cesar)

Las cifras son elocuentes permiten considerar el diseño de elementos para enfrentar la delincuencia, es comprensible entender que la acción operativa carece del don de la ubicuidad, sin embargo, descuidar la estrategia, patrullaje y la inteligencia es una ventaja bien aprovechada por las organizaciones criminales. Es menester crear un bloque de búsqueda para desmantelar las bandas y las ollas de microtráfico que operen en valledupar, blindar con el ejército las entradas de la ciudad, crear frentes de seguridad en los barrios con sirenas y alarmas conectadas con los caís, en aras de generar confianza con la ciudadanía.

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