Son palabras de Lafaurie: “…la violencia política que regresa a ese medio país, extenso, incomunicado, con ausencia de Estado…”. Y agrega: “entonces la sumatoria de esos “podercitos” locales es una red de “poder real”, en regiones donde sigue faltando el Estado…”.
También, ha dejado dicho: “…pero aunque el gobierno es responsable de hacerle frente a la situación, y a fe que lo ha hecho…”. Y remata: “No es tarde para un gran operativo que permita el ejercicio de la democracia en esa Colombia olvidada y tan estratégica”.
Y bien. No cabe duda de que ya Guillermo Botero demanda ser reemplazado en el gabinete. Inevitable. ¿Y quién más que un hombre del talante de José Félix Lafaurie? Su experiencia, formación, idoneidad y carácter lo sitúan para que en estos apremiantes momentos tome las riendas del Ministerio de Defensa. Lafaurie conoce el país. Lo tiene en la cabeza y tiene cabal información de lo que ocurre.
No comparto que el partido de las Farc, tenga “poder nacional en el congreso, local y en los concejos” porque Lafaurie sabe a ciencia cierta que eso no es verdad porque tienen presencia ahí, pero sin siquiera mínima posibilidad de tener “poder”. Y los guerrilleros de la extinta Farc como grupo guerrillero, que ya no están en el nuevo partido político de las Farc, son sin ninguna duda, grupos ilegales, organizaciones criminales de variada calaña. Y hay que tratarlos y combatirlos como tales. Así de sencillo y básico.
Lafaurie es conservador, como quien esto escribe. Hoy es dirigente destacado y de primer nivel, visible en el Centro Democratico. Es además amigo del expresidente y Senador Álvaro Uribe y del Presidente Iván Duque.
Obvio que no requiere escrudiñarse su basta experiencia y su recia personalidad para descubrir que su idónea y calificada hoja de vida lo acredita como inexcusable para con urgencia relevar al inefable Botero, quien ha perdido liderazgo (por cierto, nunca lo tuvo) al interior de las fuerzas armadas de Colombia.
Uribe está advertido de que nuestros policías y militares están urgidos de que se les pinche para enfrentar ya no a una guerrilla organizada y dispersa, sino a cruentas organizaciones delicuenciales. A hombres y mujeres paranoicos echadores de bala ventiada.
Jose Félix Lafaurie, viene y está mental, coherente y con suficiente preparación para asumir de conductor de las fuerzas armadas de Colombia. Ahí, en estos momentos de la patria y hacia adelante se necesita (insisto) un hombre de la valía politica y de la comprobada reciedumbre de la que subyace en un mortal de temple como aquel. Uribe, tambien insisto, lo percibe.
El Presidente Duque ha de estar advertido de ello. Y por favor, no debe dudar que un nuevo ministro de defensa es ineludible y debe con prontitud hacer a un lado al confuso Botero e inmediatamente designar a Lafaurie. Lo que ocurre en la geografía de la patria impone ese vital remozamiento en la cartera ministerial. Urge.
Con el comedimiento debido Presidente Duque, oxigene esa cartera. Colombia inaplazablemente lo necesita. Hay caos. Se le propone ese nombre. El de José Felix Lafaurie, quien ha de ser un extraordinario coequipero.
Tiene convicciones de ¡Orden y Libertad! porque la estabilidad social, necesita de autoridad fuerte y legalidad. Empero, Lafaurie ya goza de mesura en las canas. Pragmático. Lúcido. A los conservadores nos incomoda una comunidad anarquizada y desorientada. ¡Proceda, Señor Presidente!.