En Colombia sí hay plata, hay recursos, cientos de miles de millones de pesos. Lo que pasa es que esa plata, esos recursos y esos millones, han sido destinados a la corrupción durante los 2 años de este gobierno. La reforma tributaria que se llevó a cabo y la nueva que propone Petro tienen el mismo fin: seguir llenando los bolsillos de los politiqueros del Pacto Histórico.
Esto no es nuevo, lo hicieron en Bogotá todos los gobiernos de izquierda, excepto el de Lucho Garzón. Los peores escándalos de corrupción en Latinoamérica suceden siempre bajo el imperio de los gobiernos progresistas. ¿Alguien ha visto fotos de Fidel o de Raúl Castro haciendo cola para recibir alimentos? ¿O alguna de Chávez? ¿O de Evo? ¿De Ortega? Claro que no, ellos no hacen cola, ellos lo tienen todo y más. Los Castro son millonarios, Gabriela Chávez, hija de Hugo, es la mujer más rica de Venezuela. Y dicen que Maduro tiene una fortuna de unos 5 mil millones de dólares y una mansión que lo espera a las afueras de Estambul. Esa es la izquierda. Ellos van por su plata, por mi plata, por nuestra plata, la de todos. Eso es lo que hay detrás de la infame propuesta de las inversiones forzosas. Petro va por nuestros patrimonios, no acepta que estudiando y trabajando honestamente pueda haber personas con una buena calidad de vida. Él no ha trabajado sino para el terrorismo y para quebrar al estado. Fue un estudiante mediocre y, ahora, gobierna a Colombia como lo ha hecho cuando ha ocupado posiciones de poder: con las patas.
Podemos afirmar que, en estas épocas aciagas de los juegos olímpicos, en lo que va corrido de este gobierno, no se ha inaugurado ningún tipo de infraestructura deportiva y eso se ve en los resultados que nos dejaron las competencias en París. ¿Hay nuevas escuelas? ¿U hospitales? No, lo que ha habido es falta de gestión y corrupción en sus más altos niveles. Eso es lo que hacen, a eso se dedican, a robar y a convertirse en máquinas de creación de miseria y pobreza. Y luego, vienen la segunda y tercera etapas: constituyente y perpetuación en el poder. Esa receta la conocemos muy bien y la hemos denunciado constantemente en estas líneas.
La senadora Isabel Zuleta, muy nombrada por estos días por su propuesta de llevar el proyecto de acto legislativo al Congreso para revivir la reelección presidencial, es simplemente una idiota útil en esta ecuación. Los funcionarios del gobierno salen a rechazar la medida, sus colegas de izquierda también, pero en el fondo, hay un acuerdo entre ellos para que sea ella quien asuma el desgaste al presentar la propuesta y después, todos se unen para apoyarla y llevarla a buen puerto. Recordemos que esa mujer no tiene escrúpulos: es la misma que, durante la campaña, implementó decididamente métodos mentirosos para desacreditar a los demás candidatos a la presidencia. ¡Es una joyita!
Continúa la estrategia de hacer colapsar todos los sistemas que componen la vida nacional, para así, tener los argumentos para afirmar que no funcionan y evidenciar la necesidad de cambio. No les parece muy curioso que estas estructuras, que han durado años, que han funcionado, ¿hagan crisis en el mismo periodo presidencial? Todo está organizado para la deconstrucción de la concepción de Estado que hemos manejado por 200 años, para implementar las exitosas propuestas de Cuba, Venezuela o Nicaragua. ¡Maravilla!
Ahora nos sorprenden con que se reducirá el presupuesto al deporte en 66 %. En vez de aumentar esos recursos, decrecerán. Absurdo. ¿Por qué y para qué? Para seguir robando, para seguir comprando apoyos en el legislativo, para seguirse apropiando de nuestros impuestos, ¡son insaciables! Tienen 4 años para apoderarse de lo que nos pertenece a todos y ya van 2, que han aprovechado muy eficazmente.
Mientras tanto, seguimos observando lo que pasa en Venezuela y presionando a la comunidad internacional para que defienda los resultados del 28 de julio, y no los que alega el régimen. Llegó el momento de retomar la decencia en Venezuela, de volver al poder y de acabar con Maduro y compañía. ¡Maldito Chavismo!
Por: Jorge Eduardo Ávila.