El mundo necesitaba a Donald Trump sin duda alguna. Hemos hablado en estas columnas acerca del desorden geopolítico que, en nuestra sustentada opinión, Barack Obama dejó y que luego, sabíamos que no sería diferente, el gobierno demócrata de Joe Biden y Kamala Harris, continuó. Obama desarrolló un gobierno temeroso, sus discursos en el exterior siempre le dijeron al anfitrión lo que quería oír, no hubo un liderazgo global que generara admiración, excepto de los enemigos de Occidente, que, como China, Rusia e Irán, lo arroparon para agradecerle su poco compromiso con el orden mundial que hasta ahí prevaleció. La dupla Biden-Harris no fue diferente, bajo su administración estallaron conflictos graves como la invasión rusa a Ucrania y el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás atacó a Israel y causó una guerra sin precedentes.
Mientras este cuatrenio que está por terminar en los Estados Unidos transcurre, en Nicaragua el dictador Daniel Ortega amplió su poderío y siguió persiguiendo a sus opositores; en Venezuela, otro dictador, Nicolás Maduro, ejecutó el más descarado robo electoral de la historia del hemisferio y sigue campante; Corea del Norte le jala las narices a su vecino del sur y no pasa nada. Como ven, en el mundo son varios los líderes que hacen “lo que se les da la gana”. Falta dirección, falta decisión para retomar el control del planeta, control que los estadounidenses perdieron bajo gobiernos demócratas. Sin embargo, no todo son malas noticias, pues por este lado Milei y Bukele la sacan del estadio, muestran que la derecha produce resultados rápidamente, gracias a los correctivos tomados por tipos que “sí tienen los pantalones bien puestos”. Los enormes avances en El Salvador y Argentina son inobjetables, mientras la miseria y la pobreza se reproducen en Caracas y sus alrededores. La izquierda hace daño, no gestiona, se mantiene en el poder por intereses oscuros; para no ir más lejos, miren lo que ha pasado con la Dana en Valencia, España; dejó en evidencia la ineptitud de Pedro Sánchez, experto en gobernar el país sin ganar elecciones gracias a la manera como funciona el sistema parlamentario.
Durante el periodo en el que Trump lideró a los Estados Unidos, me enorgullece decirles que no se dio ninguna guerra; ningún Estado invadió a otro y tampoco, guerrillas terroristas causaron tragedias como las vistas durante el último año en Oriente Medio. En ese mismo cuatrienio la economía estadounidense floreció y mantuvo un crecimiento constante hasta que el maldito covid- 19 —el virus de creación china— apareció. A Trump le faltó manejo durante la pandemia, eso no deja dudas y el precio que pagó fue resignarse a ver cómo Joe Biden lo reemplazó.
En el caso colombiano, también necesitábamos a Trump. Con personajes de la calaña de Petro, se requieren voces fuertes, que pongan orden en el hemisferio. Aquí seguimos tocando fondo, se eliminan las Fuerzas de Tarea del ejército nacional -para que los delincuentes reciban su paga por apoyar al actual presidente en la campaña que “ganó”- y el presidente condecora en la misma ceremonia a guerrilleros del M-19 y a soldados de la patria. Estamos muy mal, esto hay que corregirlo y pronto.
Harris no sabe sino reírse de las bobadas que dice y carecía de méritos para llegar a la oficina oval. Trump “les dio sopa y seco”, arrasó en las elecciones, recuperó el Senado para los republicanos y mantendrá la Cámara.
Recordemos que Obama prometió acabar con la cárcel de Guantánamo, así como Petro afirmó que las masacres terminarían de salir electo y que el ELN se desmovilizaría pocos meses después de posesionarse como presidente. Ninguno de los 2 cumplió y seguimos, en el caso colombiano, esperando gestión y trabajo por parte del gobierno.
Mientras tanto, César Gaviria, lobo rojo disfrazado de oveja, arropó a Petro desde la campaña, sus congresistas han apoyado todos los proyectos del gobierno y, como ahora el ejecutivo se ahoga en su propio estiércol, le da la espalda, lo tilda de inepto y se aleja “curiosamente” al acercarse las elecciones. Típico del risaraldense…
Por: Jorge Eduardo Ávila.