Dime de qué presumes, y te diré de qué careces. Por lo general, cuando a una persona le preguntan, ¿cómo eres?, la respuesta comienza con un “a mí me gusta”, en lugar de un “yo soy”. Lo anterior, se debe a que resulta más fácil, definirnos con base en nuestras expectativas, que en nuestra propia naturaleza, la cual, por lo general, está en proceso de construcción.
Pensemos en el caso de una persona, que afirma tener afinidad y gusto, por bailar, el orden y compartir con sus amigos, queriendo dar a entender, que es divertida, amigable y ordenada; al cuestionar y confrontar un poco a la persona, encontramos debajo de sus máscaras, que, lo divertida, depende del lugar en el que se encuentre, lo amigable, de si sus amigos le dan la razón, y el orden, a que se desespera, si no encuentra las cosas cuando las necesita. En conclusión, esta persona está manifestando, que es controladora, insegura e impaciente. Lo anterior, es una muestra de cómo una descripción, puede ser en realidad, la confesión de nuestras carencias y debilidades.
Hoy día está de moda definirse como una persona tranquila, cuando en realidad, es una demanda, una forma de gritarle al mundo que necesita tranquilidad para estar bien, toda vez que no sabe cómo conseguirla; una persona tranquila, no pide tranquilidad, la brinda. Si tu tranquilidad depende de que te hagan caso, te den la razón o hagan las cosas como deseas, estás es anhelando una paz, que no tienes. Piensa en el sol, él brilla y ya, independiente de los que sienten frío, calor, de si llueve, de si vives bajo techo o debajo de un puente, él sigue brillando, no le importa si tienes problemas de piel o si te aplicaste bloqueador solar, él nunca dejará de brillar. Bueno, así debe ser una persona tranquila. Comprendo que no es fácil, que nos hemos acostumbrado a reaccionar dependiendo de cómo responden y actúan los demás, pero, ¿te imaginas que cada país tuviese un control remoto que graduara el sol?, sería una locura, unos países subiéndole, otros bajándole, y si en un país tienen problemas de piel, le piden al sol no salir más, y ya hasta un conflicto existencial hubiese tenido el sol, sintiendo que, en lugar de ser indispensable, hace daño. El sol ya hubiese cambiado su forma de ser por tanto ‘bullying’ y acoso; yo creo que la mayoría de las personas no le hablarían, ya lo habrían bloqueado de sus contactos y redes sociales.
Lo que intento decirte, es que debes definir tu personalidad, y no permitir que te hagan daño. Es normal que en ocasiones cambiemos por las reacciones de los demás, pero debemos aprender a diferenciar lo que somos, a los mecanismos de defensa que utilizamos, cuando nos sentimos amenazados. Si te consideras una persona paciente, debes serlo independientemente de las circunstancias, las cuáles ni te hacen, ni te definen; existirán muchas situaciones que pondrán tu paciencia a prueba, pero recuerda, lo que eres, siempre debe permanecer y prevalecer.
Debemos trabajar cada día en adherirnos a nuestra esencia, mantener nuestro centro, nuestras metas, nuestra forma de relacionarnos, nuestros hábitos, ignorando reacciones o sucesos que no son propios, ya que dicha constancia es la que nos permitirá, no sólo permanecer fieles a nuestros principios e ideales, sino alcanzar todos nuestros sueños. Cada mañana cuando te levantes, recuerda que el sol está ahí, brillando, sin pedir perdón y sin pedir permiso. Y tú, ¿quién eres?
Por: Angélica Aroca.