X

¿Y tú qué ganaste?

Se cumplieron las cabañuelas y con ellas llegaron las visitas, promesas, propuestas, expectativas, reuniones, pactos, celos, sofismas, órdenes, desconfianzas, frustraciones y todo el cúmulo de actividades y sentimientos que encierra el preludio de una campaña política, esta vez nutrida por una variada gama de precandidatos que esperan disputar con decoro el primer cargo de elección popular de nuestro departamento.

Su reto será derrotar la inercia política de un territorio anestesiado por el dinero de un poderoso imperio familiar, el cual distribuye a su antojo y milimétricamente la jugosa torta departamental, bajo la impasible mirada de los entes de control del Estado y la anuencia de unos aliados sin expectativa de poder que se contentan con cualquier migaja; así les toque en algunos momentos posar de políticos autónomos, como mecanismo de presión para que les respeten la poca dignidad que les queda.

O sea que debe ser acertada la estrategia y muy puntual la argumentación si de verdad se quiere hacer despertar del marasmo a un pueblo confundido, quien aún en medio de tan probados desaciertos administrativos, sigue pensando que lo mejor es poner el hombro para legalizar las ajenas victorias electorales, convertidas luego en derrotas propias ante la perenne insatisfacción de sus necesidades.

Solo se les escucha: “No voy a perder, voy a votar por…, ¿Te gusta?, – No, pero ese es el que va a ganar”. Olvidando en ese momento toda la frustración que durante cada período de gobierno nutrió los mentideros políticos y cuanta esquina albergó las quejas por inversión inadecuada de nuestros recursos y peor aún, por el desprecio con que tratan a esos votantes que solo son importantes en época electoral.

Hasta eso, al pueblo se le olvida las humillaciones e incluso maltratos recibidos cuando creyéndose partícipes de una victoria, llegan por su cuota de bienestar particular y se encuentran con que sus servicios electorales fueron cancelados con anticipación en los famosos gastos logísticos de campaña, los cuales hacen valer como una indemnización libertaria de cualquier compromiso.

Me y te pregunto entonces, ¿Tú que ganas permitiendo el aplazamiento de tu bienestar?, ¿Eres responsable con tu familia, renunciando a luchar por tu oportunidad?, ¿Es el silencio popular la solución al mundo de probadas denuncias, que los organismos de control del Estado hasta ahora han olvidado en la cesta de la impunidad? Creo que no. Así no tengamos competencia fiscal, disciplinaria o penal, como ciudadanos sí tenemos la soberanía democrática para manifestarnos libremente de acuerdo a la realidad sin maquillajes que sufrimos.

Esa es la situación sobre la que le toca cabalgar a los quijotes, despertar en la ciudadanía la beligerancia política de preguntarse el porqué de cada cosa y con esas conclusiones muy seguramente tendrán expectativas de triunfo. No hay tiempo de aguas tibias. Con todo el respeto, pero con ideas muy claras estamos llamados a hacer despertar a las multitudes preguntándoles inicialmente, ¿Tú que ganaste? Atrévanse. Un abrazo. –

Categories: Columnista
Tags: Columnista
Antonio_Maria_Araujo: