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Y pensar que saldremos adelante

Si hay un denominador común por estos días es el miedo. Miedo al covid-19, al paro, a la pérdida del trabajo o de cualquier tipo de ingreso. Pero con todo, se aplica la máxima de esa palabra fea y que se ha hecho popular: la resiliencia. Sobreponerse a las más grandes adversidades. Se predica de la persona, del grupo, de la familia, de los vecinos, de los colegas y en general de la sociedad. En parte contiene el duelo. 

Pero son masivos y diversos los libros, escritos y videos, cuando no es el pastor, el cura o el profesor -y hasta el llamado influencer- que te motiva, te da golpecitos en el hombro y te señala el camino de la superación. La autoayuda. Incluso en el vacío, el yoga o la meditación. Otros pregonan que con el movimiento del cuerpo mueves el espíritu y te das a la vida diaria del constante ejercicio. Otros han decidido caminar y caminar, entre la naturaleza, y si comes naranjas del campo aumentarán tus defensas. Si buscas el jengibre o la moringa se fortalecerá tu cuerpo, o acaricias el olor del romero. 

Pero como la vitamina D cambiará para bien tu inmunidad recógela no de las pastillas que el médico te recomendó sino del sol tan radiante y seco derramado sobre tu cuerpo. Y el agua, de la que se exige que ahora no lave tanto tus manos como de que te pase por la garganta, manteniéndola húmeda y  tomarla en demasía porque el virus si algo teme es a morir ahogado, entonces si hay mucha agua vas y vas avanzando e inundando tu cuerpo  y aquél se va subiendo y subiendo; a los pocos días se desaparece.

 Ah, y al escuchar una melodía tu vida se confunde de alegría como el elíxir de los momentos especiales de volver a vivir, y esperar para el reencuentro. El promotor de estrellas Fernán Martín, en nuestro  conversatorio del 30 de abril lo dijo, después vendrá la aglomerada vorágine musical, hasta los lunes se prolongarán las fiestas. Es decir habrá el éxtasis. 

Todo este desvarío, no frecuente en el editorial, para mostrar el grado de angustia y ansiedad y dispersión y desubique que, desde los niños, se ha apoderado de nuestras vidas y que tiene otro denominador común, la depresión. Si se hiciera una encuesta sobre el estado general de las cosas, de nuestras familias y del país, de sus instituciones, gobernantes o estrellas, el resultado sería el más negativo posible. Pero nunca es tan oscura la noche como cuando el sol despunta en gran amanecer.

Para decir que de la cenizas nace fénix y que, con fuertes dolores y duelos, saldremos adelante. Que mientras haya luces habrá amaneceres y la lucidez del ser. Que los esfuerzos no se frustrarán, que haber aguantado en la familia será el detonante para progresar mañana y que como sociedad,  mediante el instrumento más primario, escuchar y hablar, se encontrará el camino y la luz al final del túnel. 

Creemos en nuestra capacidad, en nuestra autoestima, no somos torpes, somos inteligentes, y creativos para salir adelante. Y saldremos todos, o casi todos, y la vida normal volverá, el país y la democracia se fortalecerán y la anhelada paz y reconciliación finalmente se encontrarán en la vieja plaza de la convivencia. 

No hay duda, el miedo es un gran valor.

Categories: Editorial
Redacción El Pilón: