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Y ganó la salud

Finalmente, y como lo habíamos anticipado, se hundió en el Congreso de la República el cuestionado proyecto de reforma a la salud. Aquí ganamos todos los colombianos, ganaron la vida y la salud, perdió el gobierno, perdieron los amigos del Pacto Histórico.

Es bastante paradójico que un gobierno que está muy rajado en términos de gestión sea el mismo que poco a poco le aumenta esta carga al Estado. Si bien la reforma se hundió, el hecho de que la Superintendencia de Salud haya intervenido algunas EPS, entre ellas la Nueva EPS que es 100 % pública y Sanitas -la segunda que aglutina más afiliados-, es una manera de mostrar el revanchismo e incomodidad del gobierno con lo sucedido. Se dice que SURA y Famisanar pronto correrán la misma suerte, ojo con eso. Aquí no hay presencia de transparencia, de honestidad, de claridad en los procesos. El ejecutivo, para darle validez a la reforma hundida, ha atacado de varias maneras a un sistema de salud que, si bien puede y debe mejorarse, está considerado de los mejores del planeta. Lo está quebrando ante nuestros ojos, lo está debilitando de tal manera que haga implosión. Con la vida y la salud de las personas no se juega señores. 

Debo ser franco: cuando hace unas semanas se empezó a decir que los votos para archivar el proyecto eran suficientes en la comisión séptima del Senado, me angustié al pensar que faltaban varios días para la votación y que, por ende, la mermelada del gobierno Petro podía enmelocotar a los senadores de dicha comisión y cambiar así el resultado; esto ya ha pasado antes, no es un cuento. Pero no, estoicos, firmes, íntegros, los senadores mantuvieron su postura -9 votos a favor del archivo- y le dieron sepultura a ese proyecto injusto y ramplón que ponía en jaque la salud de nuestra gente. 

De todas formas, debemos estar muy pendientes de la manera como el gobierno va a seguir actuando, ya que está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para imponer su modelo ideológico. Quedó muy mal parado el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, quedó mal parado el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, quedan mal parado Petro y su séquito de capotilla. Deben estar muy incómodos y desesperados con lo que viene sucediendo. La mayor preocupación ahora está relacionada con que al no poder imponer sus reformas por la vía constitucional, procedan a exacerbar el discurso sobre la necesidad de una asamblea constituyente para reemplazar la Carta del 91. 

Ahora los colombianos de bien debemos asumir el rol de veedores, de defensores de la institucionalidad, de la verdad; el gobierno ya empezó a contraatacar y si no unimos esfuerzos, puede doblegarnos fácilmente. Lo que está en juego ya no es la salud de los colombianos, es, ni más ni menos, el modelo democrático que hemos defendido, la libertad, el estado social de derecho. Ese estado social de derecho incomoda y genera urticaria a un gobierno que pretende desconocer la ley y enfilarnos hacia el abismo. Perpetuarse en el poder es un interés adicional de Petro, de sus amigos, que debemos denunciar y que por ningún caso permitiremos.

Resulta también curioso, y por eso mis dudas sobre su proceder y propósitos, que, siendo la Nueva EPS oficial, la Superintendencia de Salud ahora la intervenga. ¿Acaso el Estado -ese mismo al que el gobierno pretende entregarle la totalidad del sistema- no ha hecho su trabajo adecuadamente? De ser así, entonces, ¿por qué insistir en que el sistema sea absorbido por el Estado? Más contradicciones…

Tenemos serias dificultades frente a un gobierno paquidérmico, que se ha visto afectado por varios golpes contundentes que minan su gobernabilidad, que conllevan a una pérdida de apoyo popular importante y que dejan a flote desorden, incompetencia y falta de ideas. Estamos en la inmunda y aferrados a un legislativo que esperamos siga sacando la cara por nosotros, que debe prepararse para los embates de un líder inescrupuloso, mentiroso -si no lo creen miren sus propuestas de campaña y enfréntenlas a lo que está promoviendo- y que no le ve problema a patearnos a todos.

Jorge Eduardo Ávila

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