El pueblo cree que elige cuando vota, ni yo mismo sé qué elijo cuando voto, sentenció Jorge Luis Borges, de pronto tratando de despejar el enigma electoral, tema del que no fue ajeno José Antonio de la Santísima Trinidad de Bolívar Ponce y Palacios Blanco: “Los tratados son papeles, las constituciones libros y las elecciones combates”.
Surgen anuncios encaminados a frenar la exploración petrolera a nivel de propuestas que levantan ampollas, lo que no es descabellado a juzgar por la catástrofe ambiental derivada de la economía extractiva que acelera el calentamiento global.
¿Y cuando burro no moría, gallinazo qué comía? ¿Si dejamos de explotar carbón, oro y combustibles fósiles, será que nos morimos de hambre? Primero nos mata el aumento de temperatura, el deshielo, las pandemias y los tsunamis, si no apelamos al proceso de transición hacia las energías limpias (solar, eólica y otras fuentes alternativas). ¿O acaso es populismo o alarmismo el comportamiento irracional del ser humano, que empuja al planeta a la suerte de los dinosaurios en vía de extinción?
Esos son los combates a los que se refería Simón Bolívar, entre la sabiduría y la razón, la ignorancia y el error. Los primeros hablan, los segundos ladran, parodiando a Arturo Graf, escritor y poeta italiano, aunque priman los intereses mezquinos, sin importar las predicciones de la ciencia hechas en el siglo 19.
Peor no puede ser el desastre por la brutal deforestación, el fracking, el desenfreno en el crecimiento industrial, sin ningún tipo de regulación, y otras políticas poco amigables con la naturaleza, aunque lo quiera justificar por coyuntura electorera la misma élite desgastada que trata de medrar, cuales cuervos, en su propia carroña, devorada en sus reiteradas mentiras.
¿Quién entiende la dicotomía entre la paz en evolución con legalidad, que esboza el presidente Duque, ante el secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, y la paz con impunidad que predica el expresidente Uribe? No creo que marque distancia el jefe de Estado de su mentor político, debe ser un artilugio para congraciarse con la cabeza visible de la Organización de las Naciones Unidas y fingir ante la faz del mundo.
Tras el anuncio de Estados Unidos de sacar a las Farc de la lista de grupos terroristas hay quienes piensan que al presidente de los colombianos no le queda otra que plegarse a la política del mandatario estadounidense, el demócrata Joe Biden, junto a Uribe, que le hizo proselitismo al derrotado republicano Donald Trump, como se dice en el argot, tragarse un sapo, y no seguir despotricando del Acuerdo de Paz, que avaló en su momento Barack Obama, también Demócrata.