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Volvimos a pueblo bello, pero…

Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ

Cuando mis hijos Jose Manuel (Panela), María Mercedes (Meche), Hernando José (Makor) y Carlos José (Makoquito), estaban pequeños en unión con los hijos de Gonzalo Meza e Hilva, Fernando Iván, Margarita y Beatri; el Poli y Mary, José Amiro, Blanca y Maria Clara; Alfredo y Martha con Mane, Ochi, Alfredito, Man y Dany, los de Armando Maestre y Gloria, Goyi, Ade y Mando; Darío Pavajeau y María Elisa con Silvia, Darío José y Vicky; Juan José, Justo-Cecilia-Nurys, con Cheo, Jackie y Harold, Javier, Fabián, Tito y Carlos Andrés; de Álvaro Muñoz y Ailén, Álvaro, Carlos, Paola y Luisa; Rodolfo y Leti con Rodo, Casimiro y Alba; Rodolfo Campo y Mary con Rodo, Maicha, Maocha y Carlos Eduardo; Camilo Lacouture y Edith con Luisfer e Ileana, Ivon, Camilo y Juanca; Hernán y Denis solamente con Hernando José; Joaquito y Martha con Joaco, Martica José María y Maria Clara, de Esteban y Sonia, Oscar, Esteban, Diana y Mónica; de Tom e Inesita, Martha, Silvia, José y Margarita;  Loncho y Astrid, con Fabiola, Vicky, Lonchito y Yan y de Poncho Vidal y Piruja, Martha Rosa y Nancho, los llevábamos a Pueblo Bello y se divertían a plenitud montados no en bicicleta sino en burro, ovejos y carros de mula, pues la topografía y el barro del invierno hacían de las ciclas un vehículo peligroso; iban al río y se bañaban en sus repelentes aguas heladas como si fueran termales y en las noches para mitigar el frío se hacían inmensas fogatas, la pasábamos rico como dicen los cachacos.  Lo hicimos por espacio de muchos años, hasta cuando descubrieron el rodadero y ya no quisieron volver “Al Hueco”, así le pusieron, porque preferían el mar y la modernidad.

También lo hicimos por un largo tiempo en El Rodadero, hasta cuando ya se casaron en su inmensa mayoría, faltan Esteban José que lleva la batuta y Martha Rosa que está en la boca del horno y hoy hemos vuelto a Pueblo Bello a llevar los nietos, que si los enumero, no alcanzarán dos ó tres paginas de este periódico.

Pueblo Bello está bello, con zonas amplias de recreación y deporte, bello parque, casas bellísimas y bien acondicionadas, clima, el mejor del mundo y por eso los alemanes se fueron a vivir allá según nos cuenta Jique Cabas, buena agua que duerme las manos cuando uno se las lava y me imagino como se arrugarán otras cosas, cuando se bañan; buen servicio de luz, colegios, hoteles y hospitalidad de los que tienen buenas residencias para los que no tenemos, en mi caso la de Fausto Cotes es mía y – en fin- Pueblo Bello es un paraíso que por ahora a los nietos les encanta y a nosotros nos fascina, pero, siempre hay un pero y en esta oportunidad es un perón, no de Evita, sino de una pésima vía en proceso de extinción por la indolencia, negligencia, apatía de los funcionarios a quienes corresponde su mantenimiento, con las personas que exponemos la vida, sí, la vida, cuando transitamos por ella, expuestos a un derrumbe o a destruir por lo menos nuestros vehículos.

No hay derecho, por decir lo más elemental, a que esta vía haya llegado a tan lamentable estado de deterioro ante la mirada impávida de los funcionarios nacionales y departamentales, o a quienes corresponda su mantenimiento.

Hace rato oigo decir, que el dinero, miles de millones de pesos, está disponible, peor entonces porque ya no es negligencia, sino una actitud delictuosa, en la cual el señor Gobernador Cristian Moreno Panezo debe intervenir y tratar de dejarle a Pueblo Bello y su gente un recuerdo grato como lo tienen de Hernando Molina, quien le cambió la cara fea que tenía el pueblo por una cara bonita y bien maquillada.

Manos a la obra señor Gobernador, todavía hay tiempo, si es verdad que el dinero están en banco y si no, al menos inicie las gestiones para que el presupuesto de este año se adicione con una partida importante que alcance para el reparcheo y algunas obras de infraestructura de vital importancia.

Ustedes señores diputados, para eso los eligieron para que representen y luchen por los problemas de sus pueblos ante el Gobierno Departamental y sean puentes con los congresistas ante el Gobierno Nacional y la carretera a Pueblo Bello no es un problemita sino un problemononón.

Ojalá que Dios quiera que para el año entrante, en Semana Santa, todo esté arreglado y los turistas que le tienen miedo a la vía vayan por miles a disfrutar del clima de Pueblo Bello y de la atención de su gente y además a dejar lo que la industria sin chimenea deja por millones: billete.

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