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Voltear la página

Concluido el debate electoral con la victoria reeleccionista, a quienes hacemos parte de esos siete millones de colombianos que nos apartamos de la propuesta de una paz incierta, hoy se nos invita a voltear sencillamente la página y unir fuerzas alrededor de ese concepto inacabado de paz con todas sus consecuencias.

Claro que hay que pasar la página de la contienda electoral. La democracia le pone fin a las controversias políticas por vía del voto. Y una vez superada la justa electoral, su veredicto es inapelable. No obstante los cuestionamientos sobre abusos de poder durante la campaña y las deficiencias de nuestro sistema electoral, reconocemos el resultado. Nos lo impone nuestro apego al imperio de la Ley como principio rector y la preservación de nuestras instituciones como fundamento del pacto social.

Pero la cosa no es tan sencilla. Yo lo pondría en estos términos: vamos a voltear la página pero no vamos a cerrar el libro de nuestros principios y convicciones. Es un asunto de coherencia.
Con el respeto debido hacia el gobernante, pero con la independencia del ciudadano, a quien el cumplimiento de su deber en las urnas le otorga con legitimidad el derecho al disenso, queremos creerle al presidente cuando anuncia que “no reconoce enemigos”, pues entendemos que pensar diferente al Gobierno no es sinónimo de ser enemigo del Gobierno, siempre que esas diferencias se zanjen en el marco de la Ley, que no apelando a la violencia, como hoy sucede con los interlocutores de La Habana.

Así nuestros desacuerdos sean en los temas trascendentales de la negociación y la paz, el imperio de la Ley y la Justicia, o en los relacionados con el sector rural, siempre pondremos por delante el respeto a la diferencia, exigiendo con dignidad y firmeza el mismo tratamiento.

Continuaremos defendiendo derechos fundantes como la seguridad y la legítima propiedad privada. También queremos creerle al Gobierno en estos temas, pero conocemos los postulados sexagenarios de las Farc, sobre la combinación de las formas de lucha, la toma del poder y la reforma agraria expropiatoria; diferencias que han dejado grandes fichas sin colocar -salvedades- en el rompecabezas de los acuerdos.

Trabajaremos con el Gobierno, como lo hemos hecho, mejorando la productividad ganadera y las condiciones de vida del campo. Con independencia, aplaudiremos lo que merezca aplauso y objetaremos lo que sea menester, a la luz de los intereses de los ganaderos, del campo y del país. No somos una vaca muerta en el camino, pero tampoco un cheque en blanco.

En esta ocasión me he tomado la licencia de escribir como columnista y dirigente gremial. Pero el mensaje es uno solo: voltear la página no es renunciar a las convicciones, es seguir marchando hacia delante con ellas, con tesón y respeto.

Siempre hacia delante.

Categories: Columnista
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