Está a punto de culminar un año que deja muchos temas por reflexionar, revisar y evaluar, ejercicio necesario en aras de prepararnos para los próximos 365 días que han de venir.
Ya vivimos la primera de las celebraciones de fin de año, la Fiesta de las Velitas y ahora nos preparamos para la Nochebuena, la Navidad, que permite compartir no solo con los miembros de la familia sino también con nuestros amigos, compañeros de trabajo y disfrutar del rencuentro con personas de nuestro afecto.
La iglesia católica define la Nochebuena como “la fiesta en que los cristianos celebran la víspera del día de Navidad o Natividad de Jesucristo. Se celebra durante la noche del 24 de diciembre, ya que la Iglesia cristiana establece oficialmente el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús”.
En nuestra idiosincrasia colombiana estas festividades de fin de año incluyen una serie de costumbres y símbolos que acompañan la celebración de la Nochebuena. “Por una parte, en la Nochebuena se lleva a cabo una ceremonia llamada Misa del Gallo o Misa de los pastores. La misa de gallo tiene una duración aproximada de dos horas. Comienza antes de la media noche y finaliza a la media noche, para anunciar el nacimiento de Cristo con el inicio del día 25. Es símbolo también de que la luz de Dios se abre paso en medio de las tinieblas”.
En nuestro entorno regional, al igual que en la mayoría de lugares del mundo, se acostumbra que en las casas se realice una cena donde se reúnen familiares y amigos cercanos, cuyo ritual depende de las tradiciones de cada país, es decir, el plato típico de esa especial noche varía según el lugar donde se celebre.
Se conjuga una larga lista de elementos y símbolos que tienen una representación y un significado especial, pero todos apuntan a un propósito común: despertar el espíritu de la familiaridad, la amistad y todo aquello que nos une para la consecución de la convivencia pacífica.
Muchas tradiciones han ido desapareciendo en este mundo moderno, pero por fortuna en Valledupar y la región todavía son muchas las que se conservan y esa es la invitación a la que estamos llamados, todas las instancias sociales deben comprometerse siempre a hacer su aporte en la preservación de las sanas costumbres, de todo aquello que constituya esos mecanismos que activan la solidaridad entre los miembros de una comunidad.
Los procesos comunitarios son indispensables para el logro de objetivos de ciudad y proyectos colectivos, es la Navidad, y las demás celebraciones decembrinas, una oportunidad para fortalecer y consolidar el espíritu de unión y solidaridad entre vecinos, gremios y los diferentes sectores sociales que, bien aprovechados, pueden mantenerse durante el resto del año para propósitos comunes.
Ese factor de unión familiar que representa la Nochebuena debe extenderse a todos los eslabones de la sociedad y por los 365 días del año.
Entre tanto, vivamos la verdadera esencia de la Nochebuena desde lo espiritual, social, cultural y que reine la paz y la alegría en todos nuestros hogares.