Los idiomas, como los seres vivos, también sufren virosis sin posibilidad de evitarlos porque contra estas no existen vacunas. En el mundo hispanoparlante muchos sufren de complejo idiomático y son ávidos de insertarle palabras provenientes de otros idiomas, en especial del inglés y del francés, al castellano.
Y cuando estos vocablos llegan es para quedarse pese a que el diccionario de la RAE trae 88.000 palabras. Aquí algunas palabras y frases se ponen de moda, tal vez para impactar o categorizar ciertos temas; son frases de cliché que muchos quieren incluir en sus disertaciones orales o escritas. Hace algunos días la columnista Mary Daza se refirió con gran precisión a la palabra “colocar” que ha invadido nuestras conversaciones; ella ha estado preocupada con esto, ya en otras ocasiones lo ha tratado, incluso, yo también he llamado la atención.
En esta ocasión definió cuando se puede emplear (no usar ni utilizar) este vocablo invasor, un venezolanismo, tal vez. Es una lástima que el verbo “poner” haya sido defenestrado. Ahora todos quieren colocar: cultos y analfabetos ahora se “colocan tristes”. Hace algunos años nos inundaron con el verbo “implementar”, después vinieron “jalonar” y “agendar”. Parece que los panelistas querían impactar al público con estos vocablos exóticos.
En sus inicios en el Minuto de Dios, el padre García Herreros decía: “En tus manos pongo el día que termina y la noche que llega”; su sucesor televisivo cambió a “pongo…” por “coloco…”. En esta tarea son cómplices muchos periodistas y presentadores de noticias que propagan esta “palabritis” idiomática. Cuando yo estudié geografía se decía Amazonia y Orinoquia; no se quien determinó que ahora hay que ponerle tilde en la i; no sé si esto sea acertado o no pero en caso de serlo habría que decir Antioquía, Caucacía, Caicedonía, Araucaría, etc. Hay otras aberraciones; con frecuencia los medios hablan o escriben de evacuación de los lugares pero no son estos los evacuados sino las personas y las osas.
Y si queremos ser estrictos con la etimología, no debemos decir “uso del suelo” porque uno solo usa lo que se pone. Otra moda efectista es hablar de crecimiento exponencial para hiperbolizar ciertas afirmaciones. Al presidente Duque le he escuchado varias veces refiriéndose a este, aludiendo al incremento de la superficie sembrada con coca y a otros aspectos de la economía. Siendo economista como lo es, disciplina familiarizada con los modelos econométricos, dudo que desconozca cual es la condición sine qua non para que un crecimiento sea exponencial.
Pocas variables se comportan de esta manera, menos las económicas y parece que muchos no lo saben. Creen que crecer de esta manera es como elevarse un coco pero no es así, hay crecimientos exponenciales casi horizontales y también pueden ser negativos.
Para que haya crecimiento exponencial en un parámetro de tiempo se requiere que haya una tasa constante de variación. P. ej., una colonia de bacterias crece así cuando cada célula se convierte en dos, estas en cuatro y así scs; aquí, este crecimiento es del 100%. Lo rige un modelo econométrico llamado exponencial porque la incógnita es el exponente de la función. Pido excusas a mis lectores por esta disertación de aula pero me quedé con la manía de hacer pedagogía. Todos ponen.