Los diálogos entre el Gobierno Colombiano y el Eln con el propósito de finalizar el conflicto bélico existente en el país iniciaron el 7 de febrero de 2017 en la apaciguadora y acogedora ciudad de Quito, Ecuador; las partes acordaron cese al fuego de manera bilateral por 102 días, que vence el 9 de enero de 2018. En esta ocasión los integrantes del Eln no están concentrados en Zonas Especiales como sucedió con las Farc; entre las condiciones asumidas por este grupo, está detener el secuestro, no atentar contra la infraestructura petrolera, no reclutar menores y tampoco utilizar minas antipersonas. El gobierno se comprometió a desjudicializar la protesta social, brindar protección a líderes de derechos humanos y a dar atención en salud a los guerrilleros que se encuentran encarcelados.
El dialogo como decía Platón, es la esencia misma de la integración del pensamiento que conlleva al entendimiento y como tal a la comprensión; solo dialogando se llega a apaciguar la ebullición y fragor de las vicisitudes y lograr la tan anhelada paz, derecho y deber de obligatorio cumplimiento. El dialogo es la antítesis de beligerancia, la violencia, la intolerancia, muy propios estos factores del ser humano; elemento perturbador que es modificado gracias al proceso de la educación. El dialogo es el camino del ciudadano por la senda del buen vivir; promueve la generación de ideas coherentes y sustentadas en principios éticos y morales que seguramente aflorarán en Quito.
Fortalecer el dialogo social es potenciar la equidad y la igualdad de oportunidades. Cuando se dialoga se construyen políticas públicas pertinentes que posibilitan aunar esfuerzos hacia el entendimiento; dialogar es edificar de manera participativa propuestas decisivas de principios fieles a la convicción. El dialogo es interpretado como un rumbo normativo que implementa las bases legales y constitucionales del Estado.
Para la sabiduría convencional es verdad revelada que los diálogos entre el gobierno y el Eln, no se deben resquebrajar, ni convertirse en estallido de erupción volcánica que exaspera y frena los ánimos y el optimismo. Estos diálogos tienen un espejo reflector de enormes consecuencias, tal como sucedió en Cuba con las Farc y todo a los diálogos dentro de un criterio de ponderación y razonabilidad; esta referencia es una evidencia categórica de que el Eln también podrá; pero para ello debe zanjar la pugna del conflicto; es decir, fomentar la cultura del encuentro entre fuerzas antagónicas.
De todo ello, reafirma la solidaridad que toda Colombia expresa al Eln por la causa de la paz. Dialogar, dialogar y dialogar más y no desfallecer, es ésta una forma de sacar adelante decisiones valientes; es la rectitud y la pureza de una gran decisión; todo por la paz. Señores del Eln, el dialogo es una exigencia detallada de las masas ampliamente argumentada con gallardía y sentido patriótico; todos debemos luchar por conseguirla.
Que el periodo de negociación, con nuevo equipo humano, sea un laboratorio vivo, pensando en el cese al conflicto armado, pensando en paz. Sabiduría y tacto requieren las partes, se deben acoger. Un vasto sector de la opinión pública, pide a los incrédulos, destruir el miedo con la esperanza; esta es una posición responsable con la realidad del país. Despojarse de superioridad y soberbia en la Mesa de Diálogos; con esos fantasmas engañosos no se llegará al fin deseado.