Una nueva esperanza para la salida política al conflicto armado se le abre a Colombia. Ayer fue un día histórico; el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, y el Jefe máximo de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, Alias Timochenco, le confirmaron al país que concluyó la fase exploratoria y que – en menos de un mes- comenzarán negociaciones formales dentro de un proceso de búsqueda de la paz para Colombia.
Se trata de una noticia esperanzadora para el país; no será un camino fácil, por el contrario será un proceso complejo y lleno de dificultades, pero que bien vale la pena para terminar con décadas de un enfrentamiento absurdo entre la subversión y las fuerzas del Estado.
El primer mandatario le dio la noticia al país desde el Palacio de Nariño, rodeado de todos sus ministros, la cúpula militar y las altas cortes. Se hizo como tenía que ser; se trata de una decisión de Estado, así la responsabilidad recaiga principalmente en el Presidente Santos Calderón.
A los pocos minutos de la intervención del Presidente por los canales de televisión y las emisoras de radio, hablaron los voceros de las FARC, desde la Habana, Cuba; primero Marcos Calarcá, acompañado de una pequeña comitiva, y luego alias Timochenco, en nombre de las FARC.
En el discurso de las FARC se nota un ánimo conciliador y un cambio en sus peticiones, frente a lo que exigían en la década de los sesenta y los setenta. Ahora se habla de respeto a los derechos humanos, desarrollo agrícola, desarrollo económico con justicia social, y mucha política social, principalmente para las regiones más atrasadas. Es evidente un cambio en la posición de las FARC.
El comandante de las FARC fue claro en que se sentarán a dialogar con voluntad de lograr la paz y fue generoso en reconocer la gallardía del Ejército y la Policía Nacional que los combate. En opinión del líder guerrillero, también estos sectores deben querer la paz por sufrir en carne propia y más que ningún otro colombiano los estragos de la guerra.
Lo ocurrido ayer es una buena noticia para el país, puede ser el principio del fin de un conflicto que no tiene justificación. No obstante, hay que insistir en las dificultades del proceso: se dialogará en medio del fuego, es decir no hay cese de las hostilidades; existe un tiempo definido para dialogar, que se medirá en meses no en años, ha dicho el Presidente Santos; y muchos sectores enemigos de la solución política, tanto desde la extrema derecha como desde la extrema izquierda, que también los hay, buscarán torpedear el proceso.
Ante todos esos riesgos, insistimos, toda la sociedad colombiana debe rodear al Presidente y a quienes designe en el equipo de negociadores del gobierno. Hay que abogar por la paz, por una salida negociada a esta situación que lleva décadas y que distorsiona la economía y hace invertir en la guerra y en seguridad, recursos que se podrían destinar al gasto y la inversión social.
El país debe ver con mucho optimismo el proceso que se ha iniciado, apoyarlo, respaldarlo y participar en la buena marcha del mismo. Reiteramos que como medio de comunicación tenemos una gran responsabilidad en la construcción de escenarios de paz y entendimiento, informando con la mayor objetividad posible, con criterio pluralista y tolerante y con mucha responsabilidad social. El Cesar ha sido un departamento que ha sufrido mucho con la violencia política, primero con la de las guerrillas y luego con la de los paramilitares y el narcotráfico. Ojalá este proceso llegue a buen puerto y tendremos una Colombia y un Cesar creciendo más rápido y progresando con un criterio incluyente y con mayor justicia social. Soplan vientos de paz, hay esperanzas de paz…