Los tiempos de ayer fueron mejores, es una frase más de nostalgia que de realidad. Con frecuencia vivimos añorando tiempos pasados y en muchos casos quejándonos de los actuales, los abuelos siempre ganaron batallas que nunca hicieron, dice otro antiguo proverbio anónimo. Para quienes, por oficio, profesión, entretenimiento, incluso falta de oficio o tiempo sobrante hemos estado cercanos al periodismo regional, en este caso vallenato, sabemos, reconocemos que el camino lo iniciaron veteranos maestros de periódicos y emisoras, de tal manera que fueron unos viejos zorros del oficio, también lo hicieron valiosas mujeres, pero si escribo viejas zorras me llevan ante a la Corte. Así de sensibles vivimos en cuestión de géneros.
Susana tiene 73 años. Desde niña ha sido lavadora y planchadora de ropas. Me resume diciendo que ir al Guatapurí, lavar con jabones de potaza, hervir la ropa en fogones con trozos de matarratón, luego transportar a pie esa mojada carga y en la noche planchar con pesadas planchas de hierro calentadas en carbón, y entregarlas al día siguiente en completo orden no era nada fácil, hoy todo ese proceso lo hacen máquinas y sofisticados productos desmanchadores y olores de todos los olfatos. Para los románticos era bonito, para ellas no.
Esos periodistas de ayer desarrollaban el sentido de la intuición con gran maestría. Además de ser casi magos, adivinos, eran además consejeros, dueños de la palabra y sus tonalidades. La prensa llegaba por estos lares con semanas de retrasos, escuchar otras noticias por radio era un acto de solemnidad auditiva, por las interferencias de las señales, los libros escasos y caros, los caminos intransitables y cualquier hecho de importancia duraba semanas en tertuliaderos, mientras los comunicadores de hoy tienen en internet, a un dedo de distancia todos los periódicos y revistas del mundo y todas las emisoras del planeta en una sola pantalla de Tablet.
Siempre en cada oficio hay mejores, iguales y superiores. Ayer al igual que hoy, hubo tramposos, embusteros, calanchines, brabucones, tramoyeros.
Los tiempos de ayer, nunca fueron mejores, ni la vida misma era más larga, la ciencia estaba y sigue investigando enfermedades, ayer la sífilis mataba sin piedad hombres y mujeres, hoy las vacunas evitan miles tragedias humanas. Para el periodista de ayer el personaje eran los hechos, hoy los personajes son los periodistas. Queremos tener derecho a todo y al tiempo, nos hemos vuelto pavos reales, olvidamos que somos simples ciudadanos con afectos, carencias, desvelos, anhelos, pero desarrollamos una prepotencia que ni cola queremos hacer, cuando las circunstancias lo permiten.
Abrazar al alcalde de turno y altos funcionarios de todos los gobiernos se volvió una costumbre, construir ciudadanos informados con verdad, sin los sesgos políticos de intereses, generalmente perversos hace que muchas veces nos convirtamos en el comité de aplausos de nuestros dirigentes, en vez de ser el canal que mejore tantos asuntos de ciudad y de ruralidad causantes de desesperanzas. El tránsito no funciona hace largo rato, nadie tiene reglas claras, las basuras invaden calles, el servicio de buses públicos urbanos es un arcaico y politiquero discurso y el mototaxismo son los dueños del caos, el atraco, el desorden. El espacio público hace tiempo tiene dueño en pleno centro del viejo Valle y en los barrios nuevos, la cosa está peor. Esta semana, cuando los gobiernos nacionales por simples voces del pueblo reclamaron que los subsidios a la gasolina en zonas de frontera deben permanecer varios congresistas sacaron pecho atribuyéndose acciones que nunca hicieron. Nos creen bobos, idiotas.
Finalmente, un chorro de aplausos para la rectora y maestra de las comunicaciones locales, Radio Guatapurí en su aniversario 59. Sentido común a toda prueba. La agridulce discusión que, si los periodistas de ayer eran mejores que los actuales, es puro cuento, hoy hay más académicos, pero más arrogantes, hay mejores espacios, pero más comprometidos, hay más libertad, pero más acuerdos por debajo de la mesa. Los tiempos de ayer en nuestra mente siempre serán mejores, la realidad actual es nuestro reto. A pesar de todo, entre viejos y nuevos podemos hacer mejor periodismo, pero primero intentemos ser buenos ciudadanos, iguales a todos, inclusos como la vieja cerveza, sin igual y siempre igual. Ni Cepeda Samudio se inspiró tanto, para compararnos. Saludos.
PD. Dolor por la muerte de dos colegas en Fundación, fortaleza ante la muerte de un veterano de radio local Emilio Alfonso Arias. Abrazos a su familia. El gobierno nacional está en sus primeros pasos y veo desespero en la demora por nombramientos en altos cargos locales. Los jóvenes que ayer aplaudieron le echaron jabón a la sopa, es muy reciente. Nos salva ‘Ponchito’ Campo Martínez que seguramente tenemos que llamar magistrado y no Consejero, como debe ser, pues pertenece al Consejo Nacional electoral. Volvámonos devotos…
Tiro de chorro -Edgardo Mendoza Guerra