Al filo de la oscuridad de la noche, los hombres con bota de caucho, traje camuflado y armados, llegaron caminando a las calles del corregimiento de Atánquez. El ambiente de fiesta predominaba entre los habitantes que celebraban los grados, pero evidentemente aquellos hombres no hacían parte de los invitados, de ahí que todos se los quedaran mirando.
Los cuatro encapuchados y con brazalete del ELN, primero llegaron a la casa de Rafael Enrique Maestre. Le dijeron que en la zona alta del poblado se iba a celebrar una fiesta de ese grupo insurgente y que lo requerían para la ocasión. Sin embargo, el joven no aceptó ir y aunque intentaron retenerlo, él se resistió y huyó.
No le dispararon porque el plan estipulado era que debían llevarlo con vida junto con dos personas más. Por tanto, caminaron hacia el segundo objetivo, un muchacho al que le precisaron lo mismo que al anterior.
Pero en esta ocasión el padre del joven desafió a los hombres armados y les dijo que él ya le había dicho al comandante del ELN que dejara a su hijo en paz y que, si su voluntad era matarlo, lo matarían ahí mismo delante de la familia.
Así las cosas, la misión se dio por fracasada, pues la tercera persona que requerían ni siquiera estaba en su casa.
EL PLAN
Los hombres caminaron hacia la salida del pueblo. Y la población quedó con el imaginario de haber sobrevivido a una incursión armada. No había presencia del Ejército, puesto que justo esa mañana del 2 de octubre del año 2004, el entonces subteniente Elkin Leonardo Burgos, comandante del pelotón ‘Dinamarca 2’, decidió mover la tropa a zonas apartadas del corregimiento de Atánquez, zona rural de Valledupar.
No obstante, más que una decisión, el movimiento hizo parte de una extraordinaria farsa. Dos de los encapuchados eran el suboficial Elkin Rojas, comandante de escuadra de ‘Dinamarca 2’ y el soldado Kidenson Murieles, que estaban acompañados de los paramilitares Aníbal José Torres y Giovanni Montero quienes fungían como guías.
Se vistieron como guerrilleros porque pretendían sacar a tres jóvenes señalados por los guías de colaboradores del ELN y matarlos para presentarlos como bajas en combate. El plan inicial no resultó como esperaban y solo una parte se cumplió.
UNA VÍCTIMA
El militar Elkin Rojas, vestido de guerrillero, se comunicó por radio con el comandante Elkin Leonardo Burgos, que ordenó que se reintegraran con el grupo. Cuando Rojas y los demás iban en el camino se tropezaron con el kankuamo Víctor Hugo Maestre Rodríguez, la tercera persona que estaban buscando.
El miembro indígena caminaba en estado de alicoramiento y observó a los hombres vestidos de camuflados.
“Le dijimos que el grupo subversivo iba a hacer una convención, y como se había informado que esas personas eran colaboradores de los elenos, por ese mismo motivo dijimos que lo íbamos a llevar, el señor Víctor Maestre en ningún momento puso resistencia y me dijo que sí, pero por el estado de alicoramiento”, recordó el militar(r) Elkin Rojas en la audiencia de reconocimiento ante la Jurisdicción Especial para la Paz.
Todos se integraron al pelotón y cuando Víctor Hugo Maestre vio al comandante Elkin Leonardo Burgos, enseguida dijo: “Ustedes me van a matar”.
“Fue ahí donde me aproveché y lo torturé psicológicamente; le dije, ya que usted se va morir, ya que es consciente que se va morir, le voy a proponer un negocio: póngase el camuflado y le prometo que su cuerpo sin vida se lo voy a entregar a su familia, si no lo hace de todas maneras se va a morir, pero no le garantizo que su cuerpo llegue a su familia”, aseveró Rojas.
Él aceptó y se colocó el camuflado. La madrugada del 3 de octubre caminaron para llegar al sector de El Peligro, el sitio más adecuado para simular un combate porque era por donde pasaban los elenos. Durante ese tiempo la familia de Víctor Maestre y el pueblo kankuamo lo reportó por desaparecido el día de la incursión armada.
“La información llegó al batallón y cuando se reportó ya muerto Víctor Hugo, el mismo coronel (el del batallón La Popa) dijo: ‘Ojalá no sea la persona que se habían llevado del pueblo’. Ya no podíamos hacer nada, se había matado a Víctor y tocaba entregarlo, desde ese mismo instante supimos que nos embalamos”, puntualizó Rojas.
La mañana del 4 de octubre el pelotón ‘Dinamarca 2’ reportó que Víctor Maestre había muerto en un combate con el ELN. Su cuerpo fue trasladado a Medicina Legal de Valledupar donde la familia lo reconoció y lo reclamó.
LA FAMILIA
Sol Maestre aseguró que desde ese momento que conocieron el homicidio de su hermano la familia no volvería a ser la misma.
“Mi madre es la hora y todavía no acepta esto, es más, no ha podido asistir a ninguna reunión. La muerte de mi hermano sirvió para muchas cosas como por ejemplo para que a nosotros como pueblo no nos siguieran asesinando y así pasó. Dónde estaban las entidades como Fiscalía, Procuraduría cuando presentaban o llamaban para hacer un levantamiento de cadáver. Fuimos un pueblo abandonado por el Estado” dijo Sol Maestre.
Agregó que Víctor Maestre era el menor de 10 hermanos y tuvo que liderar una ardua batalla apoyada por el pueblo kankuamo para llegar a la verdad. Elkin Burgos, por su parte, reconoció que Víctor no pertenecía a la guerrilla como lo presentaron.
“No era ningún guerrillero ni ningún miliciano como estaba estigmatizado en el pueblo de Atánquez y no es de esconderlo, pero así estaba estigmatizado, desafortunadamente yo creí y caí en esas acusaciones que salían de la misma población de Atánquez, pero nunca me tomé la molestia de averiguar realmente quién era”, aseguró.
LOS INVOLUCRADOS
Estos hechos fueron reconocidos por los exmilitares Elkin Burgos, Elkin Rojas, Pedro Andrés Cubillos, Luis Carlos Pacheco y Analdo Fuentes Estrada en la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP.
De ellos, en la justicia ordinaria contra Burgos Suárez se profirió sentencia condenatoria ejecutoriada por el homicidio del indígena kankuamo Víctor Hugo Maestre Rodríguez. Sin embargo, Burgos y los demás se acogieron a la JEP.
Por Marllelys Salinas / EL PILÓN