En una frustrada entrevista se le escucha decir que los del grupo del extinto M-19 fueron unos hampones, por consiguiente, Gustavo Petro, que fue miembro del M-19, fue, igualmente, un hampón. En su evidente estilo autoritario, Petro riposta que Vicky Dávila debe estudiar Derecho.
Ambos deben estudiar Derecho o por lo menos indagar algunas nociones básicas de Derecho, y en este caso de Derecho penal. Petro se protege y justifica, ripostando que no era un hampón, sino un rebelde y que la rebelión era un delito político. Vicky comete el delito de injuria (art. 220 del Código Penal) y no de calumnia (artículo 221) con el empleo enrostrado a Petro, esto es, diciéndole “hampón”, porque sin duda alguna es una imputación deshonrosa que compromete el honor, la honra y el buen nombre de Petro.
Ahora, en los delitos contra la integridad moral existe una figura denominada eximente de responsabilidad, que consiste en probar la veracidad de las imputaciones para liberarse de una sentencia condenatoria que imponga un juez penal de la republica. Entonces, le corresponde a Vicky acreditar la sentencia penal en firme que condenó a Petro por el delito de rebelión, aun si este fue amnistiado. Se repite, para evitar ser condenada Vicky por la conducta punible de injuria.
Si Petro fue condenado por el delito de rebelión, a través de una sentencia en firme o ejecutoriada, se recalca, aunque hubiese sido beneficiario de una amnistía, válidamente puede imputársele que es un hampón, por haber perpetrado un delito.
La rebelión es un delito de los tipificados en el Código Penal (Capitulo Único, artículo 467 y hace parte de los delitos contra el régimen constitucional y legal vigente, Título XVIII), por lo tanto, la calificación doctrinaria o jurisprudencial de que es un ejemplo de los denominados delitos políticos, no lo libera de ser un delito, una conducta punible, una infracción penal.
En suma, ambos, Petro y Vicky, deben estudiar por lo menos nociones básicas de Derecho. La periodista es altiva y verraquita, además se ‘las tira’ de jurista, y Petro es un emblemático hombre de extremo, autoritario, como lo es sin duda alguna Uribe.
Paradojalmente habla de Hitler para simbolizar hombre autoritario y no solo basta ver su rostro prepotente, de ojos semiagachados y gestos de autosuficiencia, sino su reconocida actitud y comportamientos autoritarios, amén de sus conocidas posturas ideológicas. Petro en la Presidencia de Colombia auspiciaría (sin duda alguna) el autoritarismo de Estado. El gesto grosero de cortar abruptamente la entrevista y de forma intolerante es emblemático de una personalidad extrema.
Y los del otro extremo, con Uribe a la cabeza, brotan autoritarismo a la lata. Nosotros los godos somos de autoridad y orden, pero no autoritarios. Uribe y sus gentes son más godos que los conservadores de la vieja ideología partidista.
Ambos o todos, maniqueos y periodistas como Vicky o Gurisatti, descomponen su rol cuando asumen respaldos ideológicos o partidistas, y Daniel Coronell, María Jimena Dussan, también cuando atacan sistemáticamente al líder autoritario de Uribe y aplauden al líder autoritario de Petro. ¡Dios nos tenga de su mano!