Lo que era un secreto a voces se confirmó: Vicky Dávila será candidata presidencial, promovida por el presidente Petro, quien, debido a sus ataques, la fue perfilando para ubicarla en el partidor. Tiene un gran potencial porque está marcando muy bien en las encuestas, conquistando el sector de la derecha con un discurso fuerte antipetro, que es lo que un sector quiere escuchar y que será importante para las próximas elecciones. Además, cuenta con una chequera gigante del grupo Gilinski, que la promoverá como una jugadora fuerte para sacar provecho económico, al estilo de Elon Musk con Trump. Las posibilidades de Vicky son reales, porque está marcando mejor en las encuestas: 7.7 % frente a candidatos como Germán Vargas Lleras, con 4.3 %, y de lejos se lleva a Miguel Uribe, con 5.4 %, y María Fernanda Cabal, con 3.6 %, del Centro Democrático. Su pelea fuerte puede ser con Claudia López y Sergio Fajardo, quienes están liderando las encuestas con un 10 %, lo que ha logrado que el gran electorado migre hacia el centro, cansados de malos gobiernos como el de Duque y ahora el de Petro.
Vicky tiene desventajas en su formación, porque no conoce lo público y su preparación en temas de Estado no es profunda, sobre todo en lo económico. Seguro le tocará asesorarse bien para desarrollar una buena propuesta de campaña y conquistar con emoción a los electores. Además, tiene enemigos muy poderosos, como todo el bloque del expresidente Juan Manuel Santos, y los más peligrosos ahora: el petrismo, que tiene a la Fiscalía, que buscará afectar su imagen a través del Clan Gnecco, su familia política, removiendo casos de corrupción y paramilitarismo que seguro serán el insumo de las bodegas petristas. El Clan Gnecco se ha convertido en una marca de corrupción que está en el foco nacional por unas pocas manzanas podridas que afectan a toda la familia, y todas las semanas el apellido Gnecco es tendencia en redes por eso. En Colombia no existen delitos de sangre, y Vicky Dávila no puede responder por familiares políticos, así sean corruptos. Sin embargo, tratarán de afectarla, y eso debe enfrentarlo con su carisma y su posicionamiento digital, que es muy grande. Además, ha destapado grandes escándalos de corrupción, y eso le gusta a la gente. Tiene un respaldo económico muy grande para invertir en publicidad y seguro será la candidata de los grandes cacaos.
Pero, más allá, se abre un debate sobre si un periodista puede iniciar su proyecto desde un medio para después hacer campaña. ¿Es sano para la democracia que una periodista de entraña aspire? Ya en el pasado hubo periodistas paracaidistas como Pacho, Juan Manuel Santos y Andrés Pastrana, quienes llegaron al oficio porque sus padres tenían medios de comunicación. Sin embargo, el caso de Vicky es diferente; viene desde reportera hasta directora, es de una provincia del Valle del Cauca y se formó en Bogotá, guerreando. Algunos están molestos porque Vicky no podía hacer política desde Semana; claro que sí podía. Molestarse por eso es romantizar las dinámicas políticas y apropiarse del periodismo para promover falsos moralismos.
Es un medio privado, grave si lo hiciera desde lo público. Además, sus dueños la impulsaron, ¿entonces? Y lo más paradójico es que quienes más atacan a Vicky Dávila, en su mayoría, son mujeres periodistas. ¿Será que hay detrás egos y envidias que promueven esa guerra femenina que a veces no las deja conquistar causas? También desnuda una doble moral del periodismo en el cual todos se creen impolutos con el criterio de señalar, cerrándole las puertas al que hace algo distinto y se atreve, y si es mujer, más. Se viene una campaña difícil y Vicky será la cara diferente que puede dar la sorpresa, pero lo que sí es indudable es que, desde que anunció su renuncia, todas las tendencias y comentarios están girando hacia ella; incluso logró opacar la convención del Centro Democrático en Barranquilla. Una nueva jugadora refresca el panorama electoral que va a estar bastante agitado para 2026.
Por Jacobo Solano Cerchiaro