Después de cuatro meses de haberse entregado ‘El Informe Final’ de la Comisión de la Verdad, el ciudadano no conoce aún la complejidad del contenido, que recoge los hechos y circunstancias de nuestro conflicto armado.
Sí se han conocido las reacciones de los bandos protagonistas de la polarización política de la última década; la verdad de cada sector, en gran parte, riñe con las verdades que la comisión registró en su informe, las cuales, necesitarán de otro proceso para asimilarlas y tratar de comprender el contexto y motivación de lo sucedido. Bien lo han dicho miembros de la Comisión: se trata de una aproximación a la realidad vivida, nadie podrá tener la verdad absoluta y definitiva.
De las reacciones la más notoria es la del Partido Centro Democrático, que algunos miembros, encabezados por el expresidente Álvaro Uribe, lanza en ristre contra la Comisión, negando muchos de los hechos o interpretándolos distinto.
EL PILÓN, como medio incluyente en su misión de construcción de una mejor sociedad, ha considerado oportuno difundir los hallazgos y las recomendaciones de La Comisión. Aproximadamente el 90% de las víctimas ha sido población civil no combatiente. Más del 20% de la población ha sido víctima directa y ninguna persona escapa a que en su familia extensa se haya sentido el dolor y la desolación por el conflicto armado.
De igual manera, contribuimos a que se haga seguimiento a las actividades de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, y de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, instancia del Sistema Integral para la Paz. El propósito es que los lamentables y crueles hechos no se vuelvan a repetir.
Cuando la incertidumbre no cesa, en especial en las zonas rurales del país, y persiste la violencia, es reconfortante el llamado que hizo Estados Unidos, a través del secretario de estado Blinken en su visita de ayer, a persistir en la implementación de los Acuerdos de Paz.
La lista del horror de la violencia es interminable, por eso cualquier precio que se pague para la no repetición es insignificante frente al valor de las vidas humanas.
De modo que no podemos ser ajenos al audaz esfuerzo del actual gobierno, sin desconocer las dificultades y hasta justas críticas al proceso, de buscar una paz con todos los actores de la violencia en la nación. Lo entendemos como el afán de completar los esfuerzos iniciados en la paz con las Farc. No vemos razones para oponerse a esa buena aspiración, sin dejar de prevenir el riesgo de la ingenuidad gubernamental.
Para terminar, la insatisfacción de algunos sectores que equivocadamente consideran que sólo responsabilizamos de la violencia a los paras y a los militares, y no a la guerrilla, lo explicamos por la coincidencia temporal en las publicaciones de la impactante confesión en vivo de los militares de los macabros falsos positivos, y de los hechos del Informe de La Comisión de la Verdad, que también hizo visible los daños de la criminal guerrilla.