Por: Eloy Gutiérrez.
Hoy todas las voces, desde las más autorizadas hasta las más modestas, coinciden en que la estrategia antidrogas o guerra contra el narcotráfico se perdió hace décadas, y todo apunta a que es así debido a que mientras a los países de Latino América les corresponde poner la violencia y los muertos, los países consumidores como Estados unidos y algunos de Europa suavizan sus políticas o simplemente miran para otro lado facilitando con ello que un porcentaje superior al 80% ingrese a su sistema financiero moviendo y dinamizando sus economías, pero ¿Por qué no pensar en la regularización del negocio como se hizo con el alcohol y el tabaco?
Aunque la discusión tiene mucho de forma como también de fondo debido a que el negocio de las drogas ha generado todos los conflictos sociales y periodos de absoluta oscuridad en los países que la producen, también es cierto que la presión por su legalización es cada vez más fuerte puesto que como ya se mencionó el negocio en sí por su condición de ilegalidad genera billones de dólares a nivel mundial, números que superan la economía de cualquiera de los países de Latinoamérica o inclusive de la zona Euro, por ejemplo.
Sin embargo, es claro que los temas de consumo seguirán siendo uno de los mayores problemas para la sociedad debido a los daños que causa en los jóvenes y en las familias, por eso mi comentario va en sentido de lo que son las riquezas que ha generado durante los últimos 40 años y de las cuales mucho de ese dinero ya está circulando en la economía generando más problemas que beneficios, insisto por su ilegalidad.
Entonces, si las medidas adoptadas no han funcionado, es hora de pensar en la misma estrategia del entonces gobierno de Alfonso López Michelsen en la década de los 70s cuando en medio de una crisis económica profunda en el sector real, pero con una gran bonanza en la exportación de marihuana, abrió la opción que parte de los recursos ingresaran de manera legal a la economía a través del banco de la república a lo que sus críticos denominaron “la ventanilla siniestra,” y no era otra cosa que el cambio de dólares a pesos colombianos sin mayores restricciones, por supuesto fue en su momento una medida sensata y lógica, y digo que fue sensata porque las transacciones a través de esta ventanilla para 1975 fueron de US 465,5 millones, para 1981 la cifra llegó a US 1.734,3 millones superando a las exportaciones de café que fueron de US 1.200 millones, y para 1987 el país registró su mayor crecimiento económico gracias a los efectos de la medida.
La realidad es que los países viven una especie de doble moral respecto a los dineros que genera el negocio de las drogas, mientras en Colombia se agudizaron los controles derivados de los acuerdos internacionales que buscan evitar el financiamiento del terrorismo como la herramienta Sarlaft, los paraísos fiscales al servicio del sistema financiero mundial como Panamá, Islas Caimán o Bahamas se convirtieron en los principales receptores de estas fortunas y por supuesto un paso expedito para legalizar cualquier dinero independientemente de donde provenga por la sencilla razón que su condición aduanera y fiscal le permite operar bajo absoluta libertad y no están obligados a compartir la información de sus clientes con ninguna autoridad.
Son miles de millones de dólares que se mueven en la economía de manera clandestina evadiendo supuestamente el sistema financiero y el control del estado para temas fiscales y tributarios, pero como ya vimos anteriormente solo es cuestión de que lleguen a un paraíso fiscal para que se irriguen al sistema, recordemos hace no mucho el famoso escándalo de los “Panamá papers” (Papeles de Panamá) donde un número importante de empresarios y personajes reconocidos por sus altos ingresos llevan sus fortunas a estos sitios para evitar pagar los onerosos impuestos que cobra el estado colombiano, yo haría lo mismo si tuviese la oportunidad y desde el punto de vista lógico no le veo lo malo por ningún lado pues prefiero sacar mi dinero a ver como lo despilfarran los políticos, pero ese es otro tema.
Revisar los acuerdos internacionales sobre lavado de activos y financiación del terrorismo para pedir igualdad de condiciones, abrir un periodo de transición para que todos los bienes y dineros que circulan de manera clandestina en el sistema ingrese a la economía a través del mismo mecanismo de los 70s y una amnistía patrimonial sería una medida que empujaría la economía y controlaría el problema del consumo.