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Venezuela, un pueblo ‘arrecho’ que merece nuestro apoyo 

Quintín Quintero, político y columnista

Si hacemos memoria, recordaremos que el bolívar venezolano como moneda alcanzó su tope más alto frente al peso colombiano en 1983, con una cotización de 16,80 pesos. Es decir, en esa época un bolívar se cambiaba a 16 pesos colombianos.

Si, además, recordamos con cabeza fría en 1980 más del 43% de la migración colombiana hacia Venezuela se concentró en su orden en los estados del Zulia (limita con los departamentos de La Guajira y del Cesar) y del Táchira. Pero además,  si uno mira por departamentos de Colombia, La Guajira y el Cesar se encuentran entre los diez departamentos que históricamente más migrantes colombianos han tenido hacia el territorio venezolano. 

No olvidemos que los venezolanos no eran migrantes, por el contrario recibían personas de otras partes del mundo. Compartían su abundancia y en especial recibieron a muchos colombianos, de los cuales varios eran nacidos en La Guajira y en el Cesar.

Esa fue la primera migración, la de aquí para allá; después vino la de allá para acá. Al margen del tratamiento despectivo que muchas veces tenemos hacia ellos, “venecos”, o el que ellos en el pasado tuvieron hacia nosotros,  “colombiches”, se debe tener memoria y agradecimiento por lo que ellos, especialmente en los 70 y 80, representaron para  nosotros. 

Si, además, lo circunscribimos a nuestra región: los guajiros y los cesarenses estamos obligados a tener una deuda de gratitud con Venezuela, como la deben tener muchos colombianos. No se nos debe olvidar que muchos de nuestros mayores tuvieron en su momento un familiar que se desplazó a Venezuela buscando un mejor futuro. Un familiar que muchas veces con lo que ganaba allá enviaba al resto de su familia en Colombia, más aún con un bolívar que frente al peso colombiano era una moneda fuerte. 

Durante años muchos de los subsectores de la economía de nuestra región tuvieron en Venezuela su principal mercado y muchos productos de allá se comercializaron en nuestro mercado.

Muchos negocios caseros en Riohacha o Valledupar, Villanueva o La Paz,  Fonseca o Codazzi,  comercializaban productos venezolanos; los estancos de licores y víveres dependían de productos traídos de Venezuela. Nuestra canasta familiar siempre encontró en los productos venezolanos la mejor opción en términos de calidad, variedad, cantidad y bajos costos.

Cómo negar como indispensable en nuestra dieta durante muchos años la Harina Pan de Venezuela. Nuestro paladar creció con el Diablitos Under Wood traído a Colombia desde tierras venezolanas, al igual que la Fresca Chicha de ese país.  

La ganadería nuestra, y en especial la de carne, encontró en Venezuela durante mucho tiempo su principal mercado. Quienes se dedicaban al engorde y la ceba de ganado tenían en Venezuela la posibilidad de un mejor precio. En épocas recientes los insumos venezolanos abarataron costos en nuestro sector agropecuario.

La ropa, la industria automotriz, los electrodomésticos y muchos de los productos que llegaban de Venezuela permitieron minimizar costos a las personas de La Guajira y del Cesar. También en épocas recientes, la misma gasolina venezolana, aunque de contrabando e ilegal, movió nuestra economía local.

La realidad  es que durante muchos años la ausencia del Estado colombiano y la indiferencia del centralismo bogotano, fue suplida, así fuera de contrabando, por el estado venezolano.

Entre los de mi edad era normal encontrar desde Valledupar mejor señal en los programas que en la televisión pasaban  en Venevisión y en RCTV – Radio Caracas Televisión, que en los canales colombianos 1 y 2. Más de uno incluso, a partir de la televisión venezolana, nos aprendimos: “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando la virtud y honor”, es decir las estrofas del himno de Venezuela. 

¿Cuánto le debemos a Venezuela? Mucho. Cuidado durante años, la ciudad más importante para la economía de La Guajira y del Cesar fue Maracaibo y no Barranquilla, Medellín o Bogotá. 

Ese pueblo venezolano al que como guajiros y cesarenses tanto debemos, aunque noble, de tantos golpes que ha recibido está arrecho. Tiene todo el derecho de estar arrecho, entendiendo que entre ellos la expresión “arrecho” tiene un significado distinto al nuestro. Un pueblo arrecho que merece nuestro apoyo.

Por: Quintín Quintero.

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