“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11
Dios obra en silencio y en secuencia para realizar sus propósitos divinos. Lo que hizo en el pasado, lo hizo en favor nuestro y con el propósito del Reino en mente. Lo que está haciendo ahora en el presente es la continuación de su obra de bondad en el pasado. Cada acto de Dios se fundamenta en el pasado, pero con la mirada puesta en el futuro para que disfrutemos el presente. Dios no va mostrar su amor por nosotros, sino que ya lo mostró en Cristo Jesús. Lo que ahora nosotros podemos disfrutar, está basado en hechos consumados y ocurridos en el pasado, pero que tendrán repercusiones presentes y futuras hasta la eternidad. Estamos persuadidos que el que comenzó en nosotros la buena obra, la terminará y perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Cuando Dios llamó a Abraham, empezó a formar un pueblo para sí mismo. Luego cuando llamó a Isaac y a Jacob, y se identifica como el Dios de su padre Abraham, mantiene con ellos su propósito de formar un pueblo. Cuando vino a Moisés, le ayudó a ver su perspectiva de la historia y de la libertad futura. Cada vez que Dios llamaba a una persona, le recordaba su actividad y su relación con sus ancestros para ponerlo en la perspectiva de lo que estaba ocurriendo o lo que Dios quería hacer.
En ocasiones, nosotros fallamos y nos desesperamos, porque no podemos ver las cosas desde la perspectiva de Dios; no tenemos una visión completa y panorámica de la historia y no recordamos la fidelidad de Dios a toda prueba.
Queridos amigos, Dios quiere incluirnos en sus propósitos. Él ha estado obrando en el mundo siempre. Ha estado realizando sus propósitos en nuestras vidas desde antes que naciéramos. Dios le dijo a Jeremías el profeta: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”.
Cuando Dios está listo a acompañarnos a dar un nuevo paso, o a que tomemos nuevas direcciones en la vida, dicho acompañamiento siempre será la continuación de algo que ya ha estado haciendo en nuestras vidas. Dios no se anda con rodeos, no se sale por la tangente, el tiene para nosotros intenciones y pensamientos de paz y bienestar y siempre está dispuesto a manifestarlo en el acompañamiento y el direccionamiento.
Algo que me ayuda a mantenerme en la dirección, siendo consciente de la perspectiva de Dios para mi vida, es levantar en mi corazón un hito de recordación sobre las veces en las que Dios ha llamado de manera específica mi atención sobre algo, o me ha dado una dirección clara, sabia e inequívoca acerca de alguna decisión. Estos llamamientos o direccionamientos me ayudan a identificar tiempos especiales de transición en los cuales descubro que realmente Dios me ha guiado, y su perspectiva es mejor que la mía propia.
Cuando enfrentemos decisiones acerca de la dirección de Dios, no demos pasos fuera del contexto de la total actividad de Dios en nuestras vidas. Si nos mantenemos en el marco amoroso de su realidad, veremos claramente la perspectiva de Dios en el pasado, proyectada al presente y asegurándonos el futuro.
Si por alguna razón, las circunstancias no se alinean con lo que Dios dice en la Biblia, lo que enseña el magisterio eclesial y lo que yo mismo percibo en oración; entonces debemos concluir que aún no es el tiempo apropiado y que debemos esperar un poco más.
Hoy quiero invitarte a que creamos y confiemos en Dios como persona y estemos seguros y protegidos por su amor incondicional. Recuerda: No hay despropósito en Dios. Dios es todo lo que dice que es y hace todo lo que dice que hace.
Ora conmigo: “Querido Dios: Gracias porque aunque en ocasiones no percibo tu presencia, siempre has estado allí. Te invito a que te manifiestes en mi vida y en mi entorno. Amén”.
Abrazos y muchas bendiciones
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