El pasado 4 de octubre de la presente anualidad, el recién posesionado concejal de Valledupar Omar Ditta Daza, radicó ante la corporación una proposición de implementación de alternancia a un concejo que, desde la pandemia sesiona de manera virtual. Uno de los objetivos de esta idea es realizar debates con mayores criterios de transparencia, publicidad y participación, de cara a la ciudadanía. La idea no tuvo acogida por la mayoría y, en sesión ordinaria fue derrotada por los concejales que se opusieron a la misma. Pero, ¿Por qué se opusieron? ¿Qué temen? ¿Por qué 11 de ellos no quieren ir de manera presencial? Bueno, el argumento de muchos fue: el riesgo por el Covid-19, si, así como lo ha leído, consideran pertinente seguir sesionando en casa para “cuidar” su salud. Nuevamente el concejo de Valledupar, en deuda con la gente.
La política en el Cesar es mordaz, compleja y, en la mayoría de ocasiones sucia, ganar una elección para ocupar un cargo de elección popular demanda una cantidad de esfuerzos que luego se ven compensados con la llegada al poder, aunque hay otros que no se compensan nunca, pero, en la mayoría de los casos, 4 años en la “cima”, hacen que valga la pena todo el desgaste de una campaña. Es por esta razón que, cuando un ciudadano es elegido en democracia, se cree que, de manera voluntaria, aceptó el reto de trabajar incansablemente por sus electores. Para este caso en particular, ser 1 de los 19 concejales elegidos entre miles, debe ser la motivación correcta para plantear, debatir, refutar, controlar, asistir y realizar todo tipo de acciones que le den sentido al esfuerzo tan grande que se hizo para llegar a ese cargo. Negarse a ir al recinto por razones que carecen de sentido, demuestra, una vez más, su mezquindad con la ciudad, máxime si, son a estos mismos a los que cada tanto vemos en fiestas, reuniones y sitios de gran afluencia sin el mayor pudor. Todos ellos tienen fotos en inauguraciones de obras y ni hablar de las veces que los vimos paseándose entre la multitud que visitó en estos días el centro histórico de Valledupar. Es decir, no tienen argumentos para oponerse a dicha proposición.
Sin lugar a dudas, la virtualidad es muy útil, y es funcional para dar clases, en el trabajo o para la celebración de un cumpleaños a distancia, pero es malísima para dar un debate político con altura. No hay nada mejor que contradecir cara a cara, no es saludables hacer control político a un secretario de despacho con cámaras apagadas, es muy engorroso participar en la construcción del presupuesto municipal por zoom, tantas cifras, tantos datos; y ni hablar de proposiciones, la virtualidad es, el escenario perfecto para que los concejales que nunca hacen nada se paveen a su antojo, por ahí dicen que algunos solo se conectan, saludan y no aparecen más, dicen.
Hay gente muy valiosa en la corporación, hay concejales que están haciendo una buena tarea, son proactivos, propositivos, juiciosos, jóvenes con mucho futuro en la política, pero, algunos, se escachan con este tipo de posturas infructuosas que nada aportan y que por el contrario frenan el buen devenir del debate público. Vayan al recinto, concejales, prendan los micrófonos, véanse a la cara, aprovechen el tiempo que les queda, demuestren lo que tienen, dignifiquen el cargo, ahora que la pandemia nos está soltando, den las discusiones como debe ser, al fin y al cabo, para eso fue que los eligieron y cuando ganaron, ustedes sabían que debían ir a sesionar. Sean conscientes de que la historia los puso en un lugar de privilegio, estén a la altura, vayan al recinto, ¡concejales!