El 4 de marzo de 2021 nos referimos en el editorial ‘Cuál es nuestro turismo’ a la ausencia de atractivos turísticos en nuestro territorio. Son muchos los editoriales sobre el tema, el último el pasado sábado sobre la presencia departamental en la feria anual de ANATO y ahora más de presente porque el presidente Petro ha creído que el turismo es aquel renglón que ofrecerá las divisas que no podrá en el futuro darnos la exportación de los minerales e hidrocarburos, como lo señaló en el certamen.
No tenemos una gran localización sobre el litoral como sí la tienen las llamadas tres perlas: Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, y La Guajira – donde hay municipios espectaculares como Manaure-, que ofrecen opciones de sol y playa, y en el caso de Cartagena y Santa Marta ofrecen turismo cultural y étnico.
Cartagena es una potencia turística de talla mundial y a Santa Marta llegan extranjeros para visitar sus sitios, entre ellos el parque Tayrona, Ciudad Perdida y arriban hasta Palomino, en La Guajira, que junto con Mayapo se ha ido conformando en parajes naturales y de infraestructura y servicios conexos.
Valledupar tiene atractivo folclórico-musical, es su elemento diferenciador, aunque tiene naturaleza carece de gente especializada en el turismo. No es suficiente con ser amables. Hay poca formación educativa en turismo. Se requiere saber el oficio, manejar idiomas. La afluencia de extranjeros en el departamento y su capital es bajísima, según dato del estudio de competitividad no llegan a los 4.000 anuales; a solo 3 horas y media, en Santa Marta, hay muchos miles de extranjeros que se podrían motivar venir hasta Valledupar.
Es decir, debemos identificar dónde está nuestro turismo diferente por explotar. Podría haber otros filones adicionales: el turismo religioso, nuestras iglesias de la ciudad y alrededores, la nueva gran catedral, el futuro acceso al cerro del Ecce Homo, incluso los cementerios, (también los pentecostales hacen un bello festival musical); el turismo de convenciones, de salud, de producción audiovisual y cine, entre otros.
Merece atención, al potenciar una organización como Magia Vallenata, establecer alianzas con nuevos actores como los restaurantes y bares, las aerolíneas, la Ruta del Sol III, interesado en lograr la mayor afluencia de vehículos (cobra peajes) para que desde Bosconia atraigamos hacia el desvío a Valledupar a miles de familias del interior que van buscando sol y playa en Santa Marta. Hoy pasan los que van a La Guajira.
Si no tenemos todo el año tiquetes baratos y promoción en la ciudad de origen del turista, que nos traigan turismo masivo – un gran mercado- para que se justifique la oferta turística (escenarios naturales con infraestructura y atractivos; escenarios culturales, eventos, congresos; hotelería amplia y diversificada; restaurantes; rutas indígenas y folclóricas, seguridad; guías bilingües, etc.) seguiremos muy frágiles.
Todo el cuento de Valledupar consiste en que la afluencia del Festival – en 4 días – se mantenga por lo menos en el 30 % a lo largo del año. Para justificar toda la sostenibilidad de la oferta y atractivos mencionados. Ese es el desafío.