Desalentador resulta para la ciudadanía de bien, observar como cada día, avanza, no obstante los esfuerzos de las autoridades de la ciudad, el accionar de los grupos criminales sobre las personas del común. Hemos perdido la tranquilidad, sentimos miedo, la gente prefiere, obvio, estar encerrada en sus casas, hay que hacerlo para exponernos menos al riesgo que nos acecha por la presencia de la criminalidad.
¡Como detener esto por Dios! Las noticias de los casos más graves de corren de boca en boca sembrando en la gente no solo el aumento de la preocupación, sino zozobra, horror y frustración, pareciese que la fuerza del crimen fuera superior a la capacidad y el alcance que tienen las autoridades para enfrentarla y que al final todos vamos a ser víctima de este maldito flagelo.
Hace pocos días supimos lo del atentado del joven del Abuchaibe ocurrido a plena luz del día; después primer del partido de Colombia en Copa América, otro joven fue baleado para atracarlo, al parecer, por criminales motorizados, hace unos tres meses, a una vecina de mi casa, exasesora jurídica del municipio, desconocidos penetraron a las tres de la mañana a su vivienda, la saquearon, la golpearon brutalmente, al punto que le produjeron un infarto; hace cuatro días a una jovencita de 14 años, que pasaba al frente de mi casa a las tres de la tarde para tomar un bus en la esquina, fue embestida por cuatro hombres, cada uno en una moto, sus rostros cubiertos por los cascos, la rodearon y después de colocarle un revólver en la cabeza, la despojaron de un celular y monederito donde llevaba unos pesos, pobrecita fue tal su horror que temblaba y quien no, rodeada por demonios.
Me referí a cuatro casos puntuales, dos de los cuales ocurrieron a menos de 50 metros de mi casa, pero lo cierto es que en la ciudad ocurren diariamente un sinnúmero de ataques contra las personas que de seguir así, nos harán sentir vivir un estados de pánico colectivo y las cosas se van a salir de control, porque esto se presta para temer que el próximo atraco o asesinato, lo digo sin paranoia, sea sobre mi o un miembro de mi familia.
Son válidos los controles ordenados por el señor Alcalde en estos puentes festivos sobre los mototaxistas y motociclistas, es evidente que un altísimo porcentaje de los crímenes se da en estos vehículos, entonces bienvenida esa medida, hay que endurecerla, reiterarla y llevarla al extremo.
Los controles sobre porte de armas de fuego, debería ser ininterrumpidos, pero además extenderlos eficazmente hasta las despensas donde las arriendan y las venden a precios muy módicos, entonces ataquemos esas madrigueras malditas, decomisemos las armas, la fuerza pública sabe dónde ubicarlas, en el Ejército Nacional con tres mil hombres concentrados en los dos batallones que están en Valledupar deberían apoyar en las calles con los controles diarios a la Policía, sería inaceptable que mientras nos destrozan los criminales, ellos observen inerme nuestra tragedia.
Creemos que los cuadrantes como estrategia de reacción oportuna son buenos, sin embargo sugerimos al señor Alcalde, que el poder policivo lo desconcentre sobre la ciudad, colocando en cada comuna, un funcionario delegado con poderes policivos de alcalde para que responda por el orden público de su sector; no se trata aclaro, de la desdibujada figura de un inspector de policía, sino de una especie de zar de seguridad, guardando las proporciones por supuesto, con músculos y dientes para que prevenga y ataque todos estos males, más desde una perspectiva social y de sus causas, además es tranquilizador que la comunidad sepa que allí en su vecindario existe de cuerpo presente una autoridad civil donde acudir y le pueda garantizar la tranquilidad ciudadana a la que todos tenemos derecho.