Cada cierto tiempo los vallenatos nos ponen de moda, pero muchas veces la moda que no merecemos, porque una minoría hace que eso suceda. Hablo de mala moda. La buena, aquella nostálgica bohemia, parrandera, cantora y cuentera, de buenos agricultores y ganaderos, incluso excelentes juristas y médicos que dejaron legado natural de esta tierra.
La lista es larga de nombres, y apellidos, Escalona, Carrillo, Maya, Castro, Araujo, Quintero, Hinojoza, Villazón, etc fueron generalmente buenos ciudadanos sin desconocer ovejitas negras y su lana no sirvió, pero eran tan pocas que no vale la pena nombrarlas. Ellos lo saben y nosotros también.
Desde aquel robo al Banco de la República hace tres décadas, comenzaron a llamar vallenatos a los billetes de diez mil nuevos, que producto de esa hazaña delincuencial, invadieron el mercado. Al final pocos vallenatos estaban metidos en el cuento mayor, pero no era cuento, fue un robo.
Luego siguieron dando malos ejemplos alcaldes de municipios mineros que de la noche a la mañana pasaron a ser los nuevos ricos, casi de inmediato otros de las generaciones recientes, con altos estudios e idiomas varios, presentados ante el gobierno como los nuevos muchachos de bien, eran nuestra carta de presentación en temas de gobierno.
No toco la lista de alcaldes populares porque resulta con más vergüenzas que triunfos, por ahí no es la cosa.
En Elegía al amigo, el Maestro Escalona dice claramente: “La cosa comenzó muy niño, Jaime Molina me enseñó a beber, a donde quiera estaba él estaba conmigo, a donde quiera estaba yo estaba con él” Nótese me enseñó a beber, no a robar, ni engañar, ni robar… Otro verso famoso de los cantores locales dice: Un hombre que está más sucio que un rancho solo, se viene a limpiar las uñas con mi honradez, ese hombre en Sabana de Piedra se robó un toro y en La Jagua de Ibirico lo fue a vender…
Toca preguntarle a la generación actual de muchachos de bien, cuál de las frases en las tantas parrandas se aprendieron, ya que las noticias actuales no son las mejores en sus pasos por el gobierno que se despide.
Por ahora son indicios, las declaraciones conocidas por ellos, el grupo de alcaldes implicados en vez de aclarar, dejan muchas dudas y nervios, por lo tanto, de llegarse a probar, investigar, juzgar y condenar, serán los responsables de dejar en mala prensa y concepto la vallenatía, algo que apenas hace unos años era nuestra humilde carta de presentación.
Acaban de concluir exitosamente los Juegos Bolivarianos, la mayoría de ellos en la ciudad, de manera que cerramos el juego con aplausos, y el otro juego sucio que apenas está apareciendo con preocupación, hoy cuando el presidente electo revise a nuestros hombres y mujeres probos va a encontrar ese tufillo de sus recientes juveniles con posibles abusos y delitos no tan santos.
Ya estaba en mora de hacer el listado de nuestras mujeres preparadas en estudio y años – que las tenemos- para cargos en nombre de la tierrita, la nueva camada deja en duda cositas tan anheladas e intangibles como los recursos de la paz. Se puede perder tanto prestigio ganado en buenas manos, con procuradores y contralores de alto rango, por mandos medios, pero llenos de ganas para mover bolsas a sus antojos y ser ricos sin hacer el trabajo digno para lograr riqueza.
Está en veremos la vallenatía, y pensar que los posibles muchachos son de ellos, la gente de bien. Algo anda mal.
Esperamos claridad en los temas en investigación, ya que con el robo del banco, que no fueron actores vallenatos llegó la mala fama. Hasta la “Custodia de Badillo” se menciona por estos días, ese robo de los curan se quedó enterrado hace bastante tiempo, y pensar que la denuncia musical la puso Escalona y no precisamente las autoridades de su época. Pidamos también clemencia por el buen nombre de la vallenatía, estamos en mora.