Se debe decir de manera tajante, Valledupar está perdida, no tiene norte, no existe un propósito o metas claras para construir una ciudad amable, una ciudad del siglo XXI, los mismos problemas empeoran y surgen otros más graves.
Los últimos casos de hurto en la ciudad demuestran que nada se está haciendo para combatir bandas que recorren las calles tranquilamente y a cualquier hora, escuchando al señor alcalde el viernes en las emisores de la ciudad es suficiente para comprender la desbordada delincuencia que produce temor en todo el municipio, ahora regresa la restricción a la circulación de motos en determinados días de la semana, el problema no es la medida señor Alcalde, el problema es que la inseguridad no se ataca con medidas ligeras y tardías, se deben evaluar medidas complementarias y deben mutar constantemente para ir un paso delante de los maleantes, pero se saca del sombrero una anacrónica prohibición que por sí sola no dará ningún resultado.
No se puede ignorar lo ocurrido en la institución educativa La Esperanza, lugar de protestas de padres de familia molestos por las condiciones de los baños del colegio, indispensables para el retorno a clases en medio de la pandemia que aún está entre nosotros, indica esto que no se preparó a la institución para el regreso de los estudiantes brindándoles las herramientas necesarias para mantener condiciones de limpieza y desinfección y evitar nuevos contagios del Covid-19.
La amenaza ambiental es otro gran problema que nos cae encima, los trabajos en el cerro Hurtado empezaron gracias a una decisión judicial, todo está listo para acabar con un ecosistema que debe ser protegido a ultranza, pero constructores despiadados no ahorraron un minuto y dieron luz verde para continuar con un acto de salvajismo ecológico, propiciado desde el Concejo Municipal en periodos anteriores, pero no le resta responsabilidad a los concejales actuales para corregir la criminal disposición que permitió la realización de estas obras y en debate revelar los alcaldes, concejales, constructores, propietarios y demás cómplices de esta atrocidad; pero no esperemos nada porque simplemente nada ocurrirá, claro que no podemos olvidar parte de estos atentados contra la naturaleza se ven también representados en la costosa Casa en el aire que impide apreciar un regalo de la naturaleza para observar un amorfo edificio símbolo del despilfarro.
La llamada joya de la corona o patrimonio de los vallenatos Emdupar, será entregada a un tercero, al menos así se anunció el año anterior con bombos y platillos, proceso que hasta el momento está suspendido pero que en cualquier momento reinicia, situación que tiene a los vallenatos con los pelos de punta por las implicaciones que esto traería al municipio, teniendo en cuenta que las condiciones de la entrega de nuestra empresa de servicios públicos no están claras aún y puede propiciar un incremento del servicio de agua y el beneficio de unos pocos que se quedarán con la pulpa y le dejarán todo el pasivo a los vallenatos .
En fin, Valledupar sin rumbo, sin norte, sin horizonte y sin el orden prometido.
Por Carlos Andrés Añez Maestre