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Valledupar sin agua

Luis Napoleón de Armas P.

El suministro de agua a la ciudad es cada día más crítico; el caso del barrio Dangond es emblemático de esta realidad, así como lo que ocurre en la “Tramacúa”. Emdupar, la empresa responsable por este servicio, no aguantó el ritmo de crecimiento de la población ni la impetuosa forma horizontal de crecimiento urbano influenciada por las fuertes corrientes migratorias naturales y de desplazados. El POT sólo existe en el papel. El Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado de la década del 80 estaba previsto para una población de cien mil habitantes; hoy, la ciudad, acorde con el más reciente reporte del DANE, tiene trescientos cincuenta mil y – desde entonces-, políticas de crecimiento empresarial no han existido. El déficit, por lo tanto no es fácilmente subsanable con la infraestructura actual. Este problema no es coyuntural y por lo tanto, la culpa no debe recaer en el actual gerente ni en dos o más de ellos; es un problema agregado que se ha venido dando desde hace más de 20 años. Lo que ha primado en la escogencia de los gerentes ha sido el criterio de cuotas burocráticas, no el de eficiencia y eficacia para el crecimiento institucional y un mejor impacto social. Nunca primó en ellos el criterio de planificación y lo que más los animaba era la concesión o privatización de la empresa, garantía rápida de engordar el bolsillo del mandatario de turno, por encima del concepto de ciudad. Involucrados en esto hay varios alcaldes que siempre vieron en la empresa, la caja menor del presupuesto municipal, y gerentes peleles dependientes políticamente del acalde de turno. Esto pasa, pese al sistema de acueducto de la ciudad con condiciones especiales de transporte, tratamiento y acopio de las aguas, que son de alto nivel de salubridad. Que tal que tuviéramos que transformar el agua como en B/quilla cuyo acueducto es tomado de la mayor alcantarilla del país, el río Magdalena. Los costos de la estructura madre y de gran parte del sistema de distribución, deben haberse amortizado hace muchos años, así que todo hace pensar que esta es una institución rentable, que casi se mueve por inercia financiera pero que no ha sido remotamente dirigida.  Ahora que estamos en una etapa electoral, sería el momento ideal para determinar responsabilidades, tanto de alcaldes como de gerentes de Emdupar. Su crecimiento es vegetativo y la falta de pertinencia y pertenencia de sus gerentes ha sido la moda. Los servicios de acueducto y alcantarillado son vitales para cualquier localidad; de allí dependen muchos de los indicadores de bienestar y salud. Ciudad que no tenga agua está muerta. Por eso, es hora de pensar con responsabilidad en la reorientación de la prestación de este servicio; creo que este debería ser el test de fuego para los aspirantes a regir los destinos de la ciudad; candidato que no tenga una propuesta seria y viable para solucionar este problema, no debería ser considerado. Que nos digan ya cual es la estrategia, cuánto costaría, cómo se arbitrarían los recursos necesarios, cuáles serían sus proyecciones, como operaría esta estrategia frente al concepto de zona metropolitana y en cuanto tiempo Valledupar podría disponer de un servicio óptimo; el voto depositado en las urnas deberíamos transarlo por litros de agua suministrada más que por puro fervor tropical y electoral. Pongámosle precio a nuestra cédula y hagamos valer el voto.

napoleondearmas@hotmail.com

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