La reciente publicación de las cartas del cabildo de Valledupar y la de Santa Marta, que describen los acontecimientos ocurridos en 1583 y hacen referencia a las murallas de Valledupar, ha suscitado una interesante controversia en nuestra ciudad. En un esfuerzo por ampliar nuestra comprensión de este enigma histórico, vamos a proporcionar una visión completa de la evidencia de su existencia. El primero en descubrirlas fue el investigador Tomas Darío Gutiérrez, que en su último libro, reveló fuentes adicionales que respaldan la existencia de estas murallas.
Tomás Darío cita al cronista de Indias y uno de los fundadores de Valledupar, Juan Castellanos, quien en su obra “Elegías de varones ilustres de Indias” menciona claramente a Valledupar como “toda fortalecida de murallas”. Esto nos ofrece un sólido respaldo histórico que se puede encontrar en la página 375 en la primera edición del libro de “Elegías de varones ilustres de Indias por Juan de Castellanos” publicado en 1589. Además, el cronista Fray Pedro, en la primera edición de su obra publicada en 1626, también las menciona al lamentar el estado de las murallas. Sus palabras reflejan que, para los inicios del siglo XVII, las murallas ya habían experimentado desgaste. Estas citas de personas que estuvieron en la ciudad y describieron las murallas brindan un alto nivel de credibilidad a su existencia.
La investigación de Gutiérrez también menciona a Restrepo Tirado, quien hace referencia a las murallas.
Dos cartas, una de las cuales fue descubierta por Carlos Liñán, son evidencias clave en esta controversia. Las cartas del cabildo de Valledupar, redactadas por un grupo de ciudadanos que gobernaba la ciudad, aportan una sólida base histórica. Estas cartas, lejos de ser escondidas en “vasijas de barro”, se encuentran resguardadas por entidades competentes, la de Valledupar, en el Archivo General de Indias de España mientras que la carta del cabildo de Santa Marta, publicada en un libro de la Universidad del Norte, está conservada por el Archivo General de la Nación de nuestro país. Ambas describen la existencia de estas murallas.
Es importante destacar que la investigación documental de fuentes primarias como estos cuatro documentos – Castellanos, Fray Pedro y los dos cabildos, nos brindan descubrimientos valiosos. A pesar de que han pasado más de 400 años desde los eventos en cuestión, documentos como estos son pruebas sólidas de la existencia de las murallas. La tradición oral es un componente esencial de nuestra historia, pero no se puede ignorar la importancia de documentos debidamente resguardados de personas que la observaron y guardaron registro de ella.
Entonces, ¿por qué se construyeron estas murallas? Las cartas dejan claro que su propósito principal era proteger la ciudad de los ataques nocturnos de los indígenas, que previamente habían causado incendios y muertes. La vida humana, la de los habitantes de Valledupar y sus seres queridos, es más valiosa que cualquier tesoro material.
En cuanto a la ubicación de las murallas, un plano de 1578 muestra que la ciudad abarcaba ocho manzanas. Esto sugiere que se construyeron para el asentamiento o al menos una parte de él, pero no se extendieron más allá. No debemos compararlas con las murallas de Cartagena, que se construyeron a lo largo de dos siglos y se mantienen en gran parte intactas.
¿Qué ocurrió con las murallas? Al igual que sucedió con las murallas de Madrid, la ciudad creció y las murallas perdieron su utilidad. Hoy en día, no existen, y su material podría haberse utilizado en la construcción de edificios posteriores, aunque sus bases podrían estar bajo tierra.
La controversia radica en la percepción que tenemos de estas murallas. Al imaginar murallas, muchos piensan en las imponentes fortificaciones de Cartagena, lo cual dista mucho de la realidad de las murallas de Valledupar. Estas últimas se asemejarían más a terraplenes de varios metros de altura construidos con mampostería y tenían dos puertas, cuyo propósito era evitar los ataques nocturnos indígenas.
Para abordar esta controversia, es esencial continuar investigando. Una expedición arqueológica podría proporcionar evidencia física de las murallas y arrojar más luz sobre su estructura y propósito. También debemos seguir explorando la documentación histórica disponible en los archivos, ya que Valledupar tiene una rica historia de más de 450 años que aún tiene secretos por revelar.
En última instancia, esta controversia histórica nos recuerda la importancia de cuestionar nuestras percepciones y abrazar el conocimiento basado en evidencia. Valledupar tiene mucho más que contar y descubrir, y a medida que desentrañamos su pasado, enriquecemos nuestra comprensión de esta encantadora ciudad y su herencia única. La historia continúa, y con cada descubrimiento, avanzamos un paso más hacia la verdad.
Ernesto Altahona Castro